Domingo de la Santísima Trinidad
04 de junio de 2023
MONICIÓN DE ENTRADA
Estamos celebrando la Fiesta de la Santísima Trinidad. Los cristianos creemos que existe un solo Dios Verdadero, pero nuestro Dios es al mismo tiempo una comunidad de Amor que se manifiesta en tres personas: Padre, Hijo y
Espíritu Santo. Es un Misterio, y por ello difícil de
comprender, pero creemos que es así, porque Jesús nos lo ha dicho. Participemos en él con la mejor disposición posible para experimentar su cercanía. A una voz diremos la antífona y canto de entrada.
RITOS INICIALES
ANTÍFONA DE ENTRADA
Bendito sea Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, porque ha tenido misericordia con nosotros
Canto de entrada
En el nombre del Padre,
y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
SALUDO
La gracia de nuestro Señor Jesucristo,
el amor del Padre
y la comunión del Espíritu Santo
estén con todos ustedes.
Y con tu espíritu.
ACTO PENITENCIAL
Jesucristo, el justo, intercede por nosotros y nos reconcilia con el Padre. Abramos, pues, nuestro espíritu al arrepentimiento, para acercarnos a la mesa del Señor.
(Silencio)
Tú que eres el camino que conduce al Padre:
Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Tú que eres la verdad que ilumina los pueblos:
Cristo, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Tú que eres la vida que renueva el mundo:
Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
Amén
GLORIA
ORACIÓN COLECTA
Dios Padre, que al enviar al mundo la Palabra de verdad y el Espíritu santificador, revelaste a todos los hombres tu misterio admirable, concédenos que, profesando la fe verdadera, reconozcamos la gloria de la eterna Trinidad y adoremos la Unidad de su majestad omnipotente. Por nuestro Señor Jesucristo Tu Hijo que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén
Tomen asiento daremos inicio a la:
LITURGIA DE LA PALABRA
MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
En el relato del Éxodo se muestra un encuentro de Moisés con Yahvé, en el monte Sinaí. Ahí Dios nos revela su compasión y misericordia, que se manifestará para nosotros en su Hijo, Jesucristo. Escuchemos con atención.
PRIMERA LECTURA
Del libro del Éxodo 34, 4-6. 8-9
En aquellos días, Moisés subió de madrugada al monte Sinaí, llevando en la mano las dos tablas de piedra, como le había mandado el Señor. El Señor descendió en una nube y se le hizo presente. Moisés pronunció entonces el nombre del Señor, y el Señor, pasando delante de él, proclamó: "Yo soy el Señor, el Señor Dios, compasivo y clemente, paciente, misericordioso y fiel".
Al instante, Moisés se postró en tierra y lo adoró, diciendo: "Si de veras he hallado gracia a tus ojos, dígnate venir ahora con nosotros, aunque este pueblo sea de cabeza dura; perdona nuestras iniquidades y pecados, y tómanos como cosa tuya".
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor.
MONICIÓN AL SALMO
Con el cántico de Daniel alabemos al Señor, dirigidos por el el solista o el celebrante.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo
Bendito seas para siempre, Señor.
Bendito seas para siempre, Señor.
Bendito seas, Señor,
Dios de nuestros padres.
Bendito sea tu nombre santo y glorioso.
Bendito seas para siempre, Señor.
Bendito seas
en el templo santo y glorioso.
Bendito seas en el trono de tu reino.
Bendito seas para siempre, Señor.
Bendito eres tú, Señor,
que penetras con tu mirada los abismos
y te sientas en un trono rodeado de querubines.
Bendito seas, Señor, en la bóveda del cielo.
Bendito seas para siempre, Señor.
MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
Pablo nos exhorta a estar alegres, a darnos el saludo de la paz y a dejarnos penetrar por la Trinidad, ese Dios que es gracia, amor y comunión. Escuchemos…
SEGUNDA LECTURA
De la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 13, 11-13
Hermanos: Estén alegres, trabajen por su perfección, anímense mutuamente, vivan en paz y armonía. Y el Dios del amor y de la paz estará con ustedes. Salúdense los unos a los otros con el saludo de paz. Los saludan todos los fieles. La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén siempre con ustedes.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor.
MONICIÓN AL EVANGELIO
En el Evangelio de San Juan, la liturgia nos presenta hoy un diálogo cristológico con Nicodemo, en el que Jesús se presenta como el Hijo y Enviado de Dios para salvar al mundo, de modo que se salven todos por él.
Escuchemos atentamente. De pie.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Ap 1,8
Aleluya, Aleluya
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Al Dios que es, que era y que vendrá.
Aleluya, Aleluya
EVANGELIO
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Del santo Evangelio según san Juan 3, 16-18
Del santo Evangelio según san Lucas 24, 13-35
Gloria a ti, Señor.
"Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él. El que cree en él no será condenado; pero el que no cree ya está condenado, por no haber creído en el Hijo único de Dios".
El mismo día de la resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo llamado Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén, y comentaban todo lo que había sucedido.
Mientras conversaban y discutían, Jesús se les acercó y comenzó a caminar con ellos; pero los ojos de los dos discípulos estaban velados y no lo reconocieron. Él les preguntó: "¿De qué cosas vienen hablando, tan llenos de tristeza?"
Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¿Eres tú el único forastero que no sabe lo que ha sucedido estos días en Jerusalén?" Él les preguntó: "¿Qué cosa?" Ellos le respondieron: "Lo de Jesús el nazareno, que era un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo. Cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él sería el libertador de Israel, y sin embargo, han pasado ya tres días desde que estas cosas sucedieron. Es cierto que algunas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, no encontraron el cuerpo y llegaron contando que se les habían aparecido unos ángeles, que les dijeron que estaba vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron al sepulcro y hallaron todo como habían dicho las mujeres, pero a él no lo vieron".
Entonces Jesús les dijo: "¡Qué insensatos son ustedes y qué duros de corazón para creer todo lo anunciado por los profetas! ¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciera todo estoy así entrara en su gloria?" Y comenzando por Moisés y siguiendo con todos los profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura que se referían a él.
Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, él hizo como que iba más lejos; pero ellos le insistieron, diciendo: "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer". Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él se les desapareció. Y ellos se decían el uno al otro: "¡Con razón nuestro corazón ardía, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!"
Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: "De veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón". Entonces ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Tomen asiento
HOMILÍA
Dios Trino, término de nuestro futuro
Demos gracias a Dios, queridos hermanos, a quien, por su gran bondad y misericordia, nos ha asociado a su misterio eterno, por los méritos de su Hijo, Jesucristo, nuestro Señor, Salvador y Hermano. Porque sus discípulos no sólo creemos en Él y lo seguimos ciegamente. Nos adherimos a Él consciente y existencialmente, porque creemos que de tal manera nos asoció a su realidad misteriosa, que lo único que hemos de hacer es aprender poco a poco, trabajando, con constancia y esforzadamente, por corresponderle con nuestro amor de día con día.
Recordemos que en el inicio del mundo fuimos creados para llegar a ser como Él. Fuimos llamados a la existencia con la consigna de ser imagen de Dios. “Hagamos al ser humano a imagen y semejanza nuestra” se dijo a sí mismo. ¡¡¡Fuimos llamados, desde el principio a reproducir en nosotros la imagen de Dios!!! Y para hacernos saber ese destino nuestro, envió su Hijo a revelárnoslo. ¡¡Esto no fue hallazgo de la indagación humana!! Sino producto y expresión del Amor que nos profesa.
Ahora, conviene que para ser responsables y agradecidos por ese gesto de su generosidad nos preguntáramos cada uno: ¿qué lugar ocupa en mi vida este misterio? ¿Qué tanto siento este llamado divino a ser imagen viva de Dios día a día y en el entorno donde desarrollo mis actividades ordinarias? ¿Respeto en mí mismo esa vocación gratuita del Amor de Dios? ¿Cómo? ¿Pongo este mismo esmero en el trato con mi prójimo? ¿Cómo?
Hermanos, pienso que este misterio trinitario, pasa frecuentemente desapercibido en todo su valor e importancia porque no nos parece relevante. Pero no es así. Es fundamental para nuestra vida espiritual y moral. Es fundamental en la vivencia de la fe que se mueve por el amor de Dios hacia nosotros y, de nuestra parte, entre nosotros y hacia Él. Esto constituye la base de una religión profunda, seria comprometida, precisamente porque es una fe. El acto de fe es producto de la voluntad, es una opción y un riesgo, como el amor. Por eso comporta un compromiso. No una creencia cualquiera. Recordemos que la fe ante todo es un Don del Espíritu Santo. Por tanto, aceptarla implica un compromiso, que cumplimos en una alianza de Amor. Esta es verdadera fe que libera y alegra. La creencia enajena. La fe nos da certeza y, por lo tanto, seguridad; la seguridad que nos da la Verdad. Esa que nos trajo Jesucristo de parte de su Padre, nuestro Padre: “La Verdad los hará libres” nos dijo y nos reveló esta realidad misteriosa. No es, como algunos han propuesto, una invención de la Iglesia.
Podemos decir que es muy importante, cimentar nuestra fe en verdades sólidas que den sustento a nuestras prácticas cultuales y morales. Es lo que nos enseña Jesús que dice: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”. La fe cristiana verdadera está fundada en su enseñanza. No es cualquier devoción creer en la Santísima Trinidad que el común de nuestros hermanos identifica con la Divina Providencia. Claro que tiene sentido tal asimilación pues lo primero que hace Dios, es mostrar su misericordia siendo proveedor de todos los bienes que nos permiten vivir dignamente. Especialmente, los bienes espirituales, como ser hijos suyos, la fe y la esperanza en su Amor. Y mucho más. Por ese hecho, lo primero que hemos de hacer es darle las gracias, después pedirle. Pero tengamos cuidado de pretender obtener de Dios favores frívolos o buscar su protección sin poner de nuestra parte lo que nos toca.
Otro tema que pongo a su consideración, si me permiten, es ver en la comunidad trinitaria el modelo perfecto de unidad al cual conviene que tendamos desde las diversas comunidades en las que se desenvuelva nuestra vida. Es una comunidad de Amor y de servicio. Tradicionalmente se le atribuye al Padre la Creación, al Hijo la Salvación y al Espíritu Santo la santificación. Jesús nos dice en los evangelios que el Padre y Él son uno. Pero también nos afirma que el Padre es más que Él y le envía y le manda lo que tiene que decir. Pero entendamos que en realidad en todo están todos. Por ejemplo, el Padre creó todo con el poder su Palabra y ésta, según san Juan, era Dios (Jn 1,1-2) y que nada, de cuanto existe, ha sido creado sin Él. Lo mismo enseña san Pablo en varias de sus cartas. Me parece que podemos ver en Dios Trino una vida de comunión perfecta por el diálogo eterno que tienen entre sí para repartirse las acciones hacia el mundo. Ya con esta consideración última tenemos, me parece, una razón más que suficiente para vivir el misterio santo de la Trinidad.
Veamos, para concluir, que toda la vida de la Iglesia gira en torno a este misterio: somos bautizados en su nombre; cada uno de los siete sacramentos se celebra al inicio invocando a la Santísima Trinidad o a alguna de las tres personas, aunque sin excluir a las otras; bendecimos haciendo una invocación de su presencia poderosa. ¡Toda la vida del cristiano se da bajo su mirada misericordiosa! No hay razón para considerarla como una devoción entre otras. Es la fuente toda la vida de la Iglesia y de cada creyente. Dios trino está en el término de nuestra carrera por este mundo. Que María, templo y sagrario de la Santísima Trinidad sea nuestro modelo de vivencia de este misterio e interceda por nosotros. Amén.
Nos ponemos de pie
CREDO NICENO-CONSTANTINOPOLITANO
Creo en un solo Dios,
Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo,
Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros, los hombres,
y por nuestra salvación bajó del cielo,
y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen,
y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilato;
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día,
según las Escrituras, y subió al cielo,
y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo,
Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo,
que con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una,
santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo Bautismo
para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos
y la vida del mundo futuro.
Amén.
¿Creen ustedes en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra?
Sí, creo
¿Creen en Jesucristo, su Hijo único y Señor nuestro, que nació de la Virgen María, padeció y murió por nosotros, resucitó y está sentado a la derecha del Padre?
Sí, creo
¿Creen en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna?
Sí, creo
Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia que nos gloriamos de profesar en Cristo nuestro Señor.
Amén
PLEGARIA UNIVERSAL
Hermanos y hermanas, la Trinidad es la comunidad del amor universal que se recrea continuamente y se entrega suscitando vida en nosotros y en el mundo. Oremos a una voz:
Jesús, contigo queremos ser expresión del amor del Padre.
Jesús, contigo queremos ser expresión del amor del Padre.
• Para que el Papa, Obispos y Sacerdotes sigan luchando por conseguir la unidad de todos los cristianos dispersos por el mundo. Roguemos al Señor.
Jesús, contigo queremos ser expresión del amor del Padre.
• Para que la Santísima Trinidad inspire proyectos en nuestros gobiernos que busquen la unidad entre las diferentes fuerzas productivas que luchan por el progreso de nuestros pueblos. Roguemos al Señor.
Jesús, contigo queremos ser expresión del amor del Padre.
• Para que el amor del Padre, manifestado en su Hijo Jesús nos mueva a practicar la caridad con todos aquellos más necesitados de nuestra sociedad. Roguemos al Señor.
Jesús, contigo queremos ser expresión del amor del Padre.
• Para que, al celebrar este día la Solemnidad de la Santísima Trinidad, todos los aquí reunidos busquemos vivir en paz, armonía y hermandad; que seamos uno y así el mundo crea. Roguemos al Señor.
Jesús, contigo queremos ser expresión del amor del Padre.
Padre bueno, concédenos la gracia de descubrir el misterio de la Trinidad como comunidad de amor, acogida y ternura
que nos invita cada día a dar, acoger y compartir nuestra vida. Te damos gracias por tu hijo Jesús que vive animado por tu Espíritu.
Amén.
ORACION POR LAS VOCACIONES
Oh, Jesús,
Pastor eterno de las almas,
dígnate mirar
con ojos de misericordia
a esta porción de tu grey amada.
Señor, gemimos en la orfandad,
danos vocaciones,
danos sacerdotes y religiosos santos.
Te lo pedimos por la Inmaculada
Virgen María de Guadalupe,
tu dulce y Santa Madre.
Oh Jesús, danos sacerdotes y religiosos
según tu corazón. Amén.
Pueden sentarse, ahora iniciamos la:
LITURGIA EUCARÍSTICA
MONICIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
En honor y alabanza a la Santísima Trinidad, presentemos con el pan, el vino y el agua, nuestra ofrenda de gratitud al Padre que nos creó, al Hijo que nos redimió y al Espíritu Santo que nos santifica.
CANTO DE OFRENDAS
Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros pan de vida.
Por el misterio de esta agua y este vino, haz que compartamos la divinidad de quien se ha dignado participar de nuestra humanidad.
Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; Él será para nosotros bebida de salvación.
Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios nuestro.
Lava del todo mi delito. Señor, y limpia mi pecado.
De pie
Oren, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Por la invocación de tu nombre, santifica, Señor, estos dones que te presentamos y transfórmanos por ellos en una continua oblación a ti. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios
Es justo y necesario
PREFACIO
PREFACIO: El misterio de Dios
Es nuestra obligación, Señor y Dios nuestro, darte gracias por todo y bendecirte, pero lo hacemos de corazón, con alegría y satisfacción, particularmente hoy que celebramos tu festividad.
Reconocemos que apenas sabemos de Ti, que sigues siendo el inefable, por mucho que se hayan esforzado por definirte teólogos y concilios. Pero creemos como cierto que eres el Creador del universo, que estás en todo, también en nosotros, comunicándonos la vida.
Creemos que todo en Ti es amor y bondad, y mereces que te llamemos Padre y Madre. Por eso, no podemos temerte sino quererte y fiarnos de Ti. En este momento, Padre nuestro, nos unimos a todos tus hijos, sintiendo que somos todos hermanos de un mismo Padre, para entonar juntos y en tu honor este himno de alabanza.
SANTO
Gracias, Padre santo, te damos infinitas gracias por Jesús de Nazaret, hijo tuyo muy especial, que nos ha revelado cuanto sabemos de Ti.
En su vida, en su amor, en su palabra te hemos visto encarnado. Te has manifestado en Jesús y conociéndole te hemos conocido. En la persona de Jesús te has hecho próximo a nosotros, y por eso sentimos que nos acompañas en nuestro camino.
Jesús ha hecho posible que te tratemos con naturalidad y cariño. Gracias una vez más por su ejemplo de vida que nos ilumina y también nos compromete y nos obliga a entregarnos por completo a los hermanos.
Por eso te suplicamos Señor que derrames tu Santo Espíritu sobre estos dones de Pan y Vino y así se nos conviertan en el Cuerpo † y la Sangre de tu Hijo Jesús, nuestro Señor.
Porque él mismo, la noche en que iba a ser entregado, y, mientras cenaba con sus discípulos, tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, dando gracias te bendijo, y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.
Hagan esto en conmemoración mía.
Éste es el Misterio de la fe. Cristo nos redimió.
Anunciamos tu muerte proclamamos tu resurrección ¡Ven Señor Jesús!
Este recuerdo de la vida que nos regaló Jesús, nos motiva para hacer realidad entre nosotros lo que fue su único objetivo vital, implantar tu reino, hacer un mundo más humano.
Necesitamos, Padre, contar con tu Espíritu, sentir el impulso de tu fuerza, el calor de tu compañía, saber y sentir que no estamos solos, vivir que tu Espíritu ya vive en nosotros.
No podemos bajar los brazos y darnos por vencidos. aunque esta lucha se haga cada día más complicada, porque no queremos otra cosa que lo que quieres Tú.
Danos fe en Ti, Señor, y fe en todos los seres humanos, creyentes o no, que pelean por tu reino, un reino sin fronteras ni pasaportes, en el que todos nos hemos de sentir hermanos.
Movidos por tu Espíritu, alentados con la cercanía de Jesús, guiados por el Papa Francisco, por nuestro nuestro Obispo Carlos
y todos los Obispos, sacerdotes y diáconos, brindamos en tu honor, Padre Dios, ahora y siempre./p>
Da el eterno descanso a todos aquellos por quienes te ofrecemos esta eucaristía y a todos los que esperan la feliz resurrección de entre los muertos.
Amén
Plegaria Eucaristica I: El misterio Pascual
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor; pero más que nunca en este tiempo en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.
Porque él es el verdadero Cordero que quitó el pecado del mundo; muriendo destruyó nuestra muerte, y resucitando restauró la vida.
Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:
SANTO
Padre misericordioso, te pedimos humildemente por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que aceptes y bendigas estos † dones, este sacrificio santo y puro que te ofrecemos, ante todo, por tu Iglesia santa y católica, para que le concedas la paz, la protejas, la congregues en la unidad y la gobiernes en el mundo entero, con tu servidor el Papa Francisco, con nuestro Obispo Carlos, y todos los demás Obispos que, fieles a la verdad, promueven la fe católica y apostólica.
[C1] Acuérdate, Señor, de tus hijos y de todos los aquí reunidos, cuya fe y entrega bien conoces; por ellos y todos los suyos, por el perdón de sus pecados y la salvación que esperan, te ofrecemos, y ellos mismos te ofrecen, este sacrificio de alabanza, a ti, eterno Dios, vivo y verdadero.
[C2] Reunidos en comunión con toda la Iglesia, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor; la de su esposo, San José; la de los santos apóstoles y mártires Pedro y Pablo, Andrés, [Santiago y Juan, Tomás, Santiago y Felipe, Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo; Lino, Cleto, Clemente, Sixto, Cornelio, Cipriano, Lorenzo, Crisógono, Juan y Pablo, Cosme y Damián,] y la de todos los santos; por sus méritos y oraciones concédenos en todo tu protección.
Reunidos en comunión con toda la Iglesia para celebrar de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo según la carne, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor.
[CP] Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa; ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos.
Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa, por aquellos que has hecho renacer del agua y del Espíritu Santo perdonándoles todos sus pecados ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos.
[CC] Bendice y santifica, oh Padre, esta ofrenda haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti, de manera que sea para nosotros Cuerpo y Sangre de tu Hijo amado, Jesucristo, nuestro Señor.
El cual, la víspera de su Pasión, tomó pan en sus santas y venerables manos, y elevando los ojos al cielo, hacia ti, Dios Padre suyo todopoderoso, dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo:
Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.
Del mismo modo, acabada la cena, tomó este cáliz glorioso en sus santas y venerables manos; dando gracias te bendijo, y lo dio a sus discípulos diciendo:
Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.
Hagan esto en conmemoración mía.
Éste es el Misterio de la fe.
Anunciamos tu muerte proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
Por eso, Padre, nosotros, tus siervos, y todo tu pueblo santo, al celebrar este memorial de la muerte gloriosa de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor; de su santa resurrección del lugar de los muertos y de su admirable ascensión a los cielos, te ofrecemos, Dios de gloria y majestad, de los mismos bienes que nos has dado, el sacrificio puro, inmaculado y santo; pan de vida eterna y cáliz de eterna salvación.
Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala, como aceptaste los dones del justo Abel, el sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe, y la oblación pura de tu sumo sacerdote Melquisedec.
Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a tu presencia, hasta el altar del cielo, por manos tu ángel, para que cuantos recibimos el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, al participar aquí de este altar, seamos colmados de gracia y bendición.
Acuérdate también, Señor, de tus hijos que nos han precedido con el signo de la fe y duermen ya el sueño de la paz. A ellos, Señor, y a cuantos descansan en Cristo, concédeles el lugar del consuelo, de la luz y de la paz.
Y a nosotros, pecadores, siervos tuyos, que confiamos en tu infinita misericordia, admítenos en la asamblea de los santos apóstoles y mártires Juan el Bautista, Esteban, Matías y Bernabé, [Ignacio, Alejandro, Marcelino y Pedro, Felicidad y Perpetua, Águeda, Lucía, Inés, Cecilia y Anastasia] y de todos los santos; y acéptanos en su compañía, no por nuestros méritos, sino conforme a tu bondad. Por Cristo, Señor nuestro, por quien sigues creando todos los bienes, los santificas, los llenas de vida, los bendices y los repartes entre nosotros.
Plegaria Eucaristica II
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, Padre santo, siempre y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo amado.
Por él, que es tu Palabra, hiciste todas las cosas; tú nos lo enviaste para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo y nacido de María, la Virgen, fuera nuestro Salvador y Redentor.
Él, en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección, extendió sus brazos en la cruz, y así adquirió para ti un pueblo santo.
Por eso, con los ángeles y los santos, proclamamos tu gloria, cantando sin cesar:
SANTO
Santo eres en verdad, Padre, fuente de toda santidad; por eso te suplicamos, que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu, de manera que sean para nosotros Cuerpo y † Sangre de Jesucristo, Señor nuestro.
Porque Él mismo, la noche en que iba a ser entregado a su Pasión, voluntariamente aceptada, tomó pan, dándote gracias, lo partió y se lo dio, diciendo:
Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, te dio gracias con la plegaria de bendición y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.
Hagan esto en conmemoración mía.
Este es el Sacramento de nuestra fe.
Anunciamos tu muerte proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
[CC] Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el Pan de Vida y el Cáliz de Salvación, y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia.
Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo.
[C1] Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra; y reunida aquí en el domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal; y con el Papa Francisco, con nuestro Obispo Carlos y todos los pastores que cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección por la caridad.
[C2] Acuérdate también, de nuestros hermanos que murieron en la paz de Cristo, y de todos los difuntos, cuya fe sólo tú conociste: que contemplando la luz de tu rostro, estén participando en la gloriosa comunión de los santos. Ten misericordia de todos nosotros, y así, con María, la Virgen Madre de Dios, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas.
Plegaria Eucaristica III
SANTO
[CP] Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus criaturas, ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso.
[CC] Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera que se conviertan en el Cuerpo y † la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que nos mandó celebrar estos misterios.
Porque él mismo, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, te dio gracias con la plegaria de bendición y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.
Hagan esto en conmemoración mía.
Este es el Sacramento de nuestra fe.
Anunciamos tu muerte proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
[CC] Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.
[C1] Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios,
su esposo san José, los apóstoles y los mártires, san Vicente Ferrer, y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.
[C2] Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa Francisco, a nuestro Obispo Carlos, al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti. Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia.
Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo. A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
Plegaria Eucaristica IV
[CC] En verdad es justo darte gracias, y deber nuestro glorificarte, Padre santo, porque tú eres el único Dios vivo y verdadero que existes desde siempre y vives para siempre; luz sobre toda luz. Porque tú solo eres bueno y la fuente de la vida, hiciste todas las cosas para colmarlas de tus bendiciones y alegrar su multitud con la claridad de tu gloria.
Por eso, innumerables ángeles en tu presencia, contemplando la gloria de tu rostro, te sirven siempre y te glorifican sin cesar.
Y con ellos también nosotros, llenos de alegría, y por nuestra voz las demás criaturas, aclamamos tu nombre cantando:
SANTO
[CP] Te alabamos, Padre santo, porque eres grande y porque hiciste todas las cosas con sabiduría y amor. A imagen tuya creaste al hombre y le encomendaste el universo entero, para que, sirviéndote sólo a ti, su Creador, dominara todo lo creado. Y cuando por desobediencia perdió tu amistad, no lo abandonaste al poder de la muerte, sino que, compadecido, tendiste la mano a todos, para que te encuentre el que te busca. Reiteraste, además, tu alianza a los hombres; por los profetas los fuiste llevando con la esperanza de salvación.
Y tanto amaste al mundo, Padre santo, que, al cumplirse la plenitud de los tiempos, nos enviaste como salvador a tu único Hijo. Él se encarnó por obra del Espíritu Santo, nació de María, la Virgen, y así compartió en todo nuestra condición humana menos en el pecado; anunció la salvación a los pobres, la liberación a los oprimidos y a los afligidos el consuelo. Para cumplir tus designios, él mismo se entregó a la muerte, y, resucitando, destruyó la muerte y nos dio nueva vida.
Y a fin de que no vivamos ya para nosotros mismos, sino para él, que por nosotros murió y resucitó, envió, Padre, al Espíritu Santo como primicia para los creyentes, a fin de santificar todas las cosas, llevando a plenitud su obra en el mundo.
[CC] Por eso, Padre, te rogamos que este mismo Espíritu santifique estas ofrendas, para que se conviertan en el Cuerpo y † la Sangre de Jesucristo, nuestro Señor, y así celebremos el gran misterio que nos dejó como alianza eterna.
Porque él mismo, llegada la hora en que había de ser glorificado por ti, Padre santo, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Y, mientras cenaba con sus discípulos, tomó pan, te bendijo, lo partió y se lo dio, diciendo:
Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, te dio gracias con la plegaria de bendición y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.
Hagan esto en conmemoración mía.
Este es el Sacramento de nuestra fe.
Anunciamos tu muerte proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
[CC] Por eso, Padre, al celebrar ahora el memorial de nuestra redención, recordamos la muerte de Cristo y su descenso al lugar de los muertos, proclamamos su resurrección y ascensión a tu derecha; y, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos su Cuerpo y su Sangre, sacrificio agradable a ti y salvación para todo el mundo.
Dirige tu mirada sobre esta Víctima que tú mismo has preparado a tu Iglesia, y concede a cuantos compartimos este pan y este cáliz, que, congregados en un solo cuerpo por el Espíritu Santo, seamos en Cristo víctima viva para alabanza de tu gloria.
[C1] Y ahora, Señor, acuérdate de todos aquellos por quienes te ofrecemos este sacrificio: de tu servidor el Papa Francisco, de nuestro Obispo Carlos, del orden episcopal y de los presbíteros y diáconos, de los oferentes y de los aquí reunidos.
[C2] Acuérdate también de los que murieron en la paz de Cristo y de todos los difuntos, cuya fe sólo tú conociste.
Padre de bondad, que todos tus hijos nos reunamos en tu reino, con María, la Virgen Madre de Dios, con su esposo san José, con los apóstoles y los santos; y allí, junto con toda la creación libre ya del pecado y de la muerte, te glorifiquemos por Cristo, Señor nuestro. por quien concedes al mundo todos los bienes.
Plegaria Eucaristica V/a: Dios guía a su Iglesia
[CC] Te damos gracias, Señor y Padre nuestro, te bendecimos y te glorificamos, porque has creado todas las cosas y nos has llamado a la vida.
Tú nunca nos dejas solos, te manifiestas vivo y presente en medio de nosotros.
Ya en tiempos antiguos guiaste a Israel, tu pueblo, con mano poderosa y brazo extendido, a través de un inmenso desierto.
Hoy acompañas a tu Iglesia peregrina, dándole la fuerza de tu Espíritu.
Por medio de tu Hijo nos abres el camino de la vida, para que, a través de este mundo, lleguemos al gozo perfecto de tu reino.
Por eso, con los ángeles y los santos, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
SANTO
[CP] Te glorificamos, Padre Santo, porque estás siempre con nosotros en el camino de la vida, sobre todo cuando Cristo, tu Hijo, nos congrega para el banquete pascual de su amor.
Como hizo en otro tiempo con los discípulos de Emaús, él nos explica las Escrituras y parte para nosotros el pan.
[CC] Te rogamos, pues, Padre todopoderoso, que envíes tu Espíritu sobre este pan y este vino, de manera que sean para nosotros Cuerpo y † Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro.
Él mismo, la víspera de su Pasión, mientras estaba a la mesa con sus discípulos, tomó pan, te dio gracias, lo partió y se lo dio, diciendo:
Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.
Del mismo modo, tomó el cáliz lleno de vino, te dio gracias con la plegaria de bendición y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.
Hagan esto en conmemoración mía.
Este es el Sacramento de nuestra fe.
Anunciamos tu muerte proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
[CC] Por eso, Padre de bondad, celebramos ahora el memorial de nuestra reconciliación, y proclamamos la obra de tu amor: Cristo, tu Hijo, a través del sufrimiento y de la muerte en Cruz, ha resucitado a la vida nueva y ha sido glorificado a tu derecha.
Dirige tu mirada, Padre santo, sobre esta ofrenda; es Jesucristo que se ofrece con su Cuerpo y con su Sangre y, por este sacrificio, nos abre el camino hacia ti. Señor, Padre de misericordia, derrama sobre nosotros el Espíritu del Amor, el Espíritu de tu Hijo.
Fortalécenos con este mismo Espíritu a todos los que hemos sido invitados a tu mesa, para que todos nosotros, pueblo de Dios, con nuestros pastores, el Papa Francisco, nuestro Obispo Carlos, con los presbíteros y los diáconos, caminemos alegres en la esperanza y firmes en la fe, y comuniquemos al mundo el gozo del Evangelio.
Acuérdate también, Padre, de nuestros hermanos que murieron en la paz de Cristo, y de todos los demás difuntos, cuya fe sólo tú conociste; admítelos a contemplar la luz de tu rostro y llévalos a la plenitud de la vida en la resurrección.
Y, cuando termine nuestra peregrinación por este mundo, recíbenos también a nosotros en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria. En comunión con la Virgen María, Madre de Dios, los apóstoles y los mártires, San Vicente Ferrer y todos los santos, te invocamos, Padre, y te glorificamos, Por Cristo, Señor nuestro.
Plegaria Eucaristica V/b:
Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
Amén.
RITO DE COMUNIÓN
Antes de participar en el banquete de la Eucaristía, signo de reconciliación y vínculo de unión fraterna, oremos juntos como el Señor nos ha enseñado:
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros
perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Padre, líbranos de todos los males, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de todo conflicto, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
La paz del Señor esté siempre con ustedes.
Y con tu espíritu.
Dense fraternalmente la paz.
CORDERO
El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, unidos en este cáliz, sean para nosotros alimento de vida eterna.
Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por voluntad del Padre, cooperando el Espíritu Santo,diste con tu muerte la vida al mundo, líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre, de todas mis culpas y de todo mal.
Concédeme cumplir siempre tus mandamientos y jamás permitas que me separe de ti.
Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una Palabra tuya bastará para sanarme.
MOTIVACIÓN A LA ANTÍFONA DE COMUNIÓN
Dispongámonos a recibir a Jesús Eucaristía, pero antes digamos juntos la antífona de la comunión.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Gal 4, 6
Porque ustedes son hijos de Dios, Dios infundió en sus corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: Abbá, Padre.
Pueden sentarse
CANTO DE COMUNIÓN
REFLEXIÓN
Después de haber comulgado reflexionemos con la siguiente oración. Decimos todos:
Bendito eres, Padre,
por ser la fuente de la vida,
porque nos invitas a entrar en tu familia
y porque quieres
que te llamemos Padre-Madre.
Bendito eres, Jesús,
el hombre libre para amar y servir.
Bendito eres, Espíritu Santo,
porque Tú das a conocer,
llenando de Valentía, Amor, Sabiduría y Paz,
la vida de Jesús y de María y de los profetas.
Bendito eres, por guiar a tu Iglesia,
y mantener viva entre nosotros,
la Palabra y la fuerza del Evangelio.
¡Señor!, hoy celebramos tu amor
¡Ábrenos los ojos! Para que veamos,
lo que hoy celebramos,
en las familias que se quieren,
y en las personas
que dan la vida por los demás
¡Gracias, Señor!
Por la diversidad de dones y capacidades.
Todos son Obra de tu Amor
AVISOS PARROQUIALES
Revista desde la fe.
60 familias – 60 bancas – $1,500.00 por banca.
A partir del domingo de Pentecostés, la transmisión de Misas, Rosarios y todo evento, se transmitirá por el canal Parroquial de Youtube.
Próximo jueves 8 de junio es día del Corpus Christi. Misas: 8, 12 y 19h.
De pie
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que la recepción de este sacramento y nuestra profesión de fe en la Trinidad santa y eterna, y en su Unidad indivisible, nos aprovechen, Señor, Dios nuestro, para la salvación de cuerpo y alma.
Amén.
RITO DE CONCLUSIÓN
El Señor esté con ustedes
Y con tu espíritu
BENDICIÓN SOLEMNE
Dios nuestro, que tu pueblo fiel se alegre sostenido por tu mano protectora, para que al progresar en su vida cristiana, se alegre también con las gracias presentes y las futuras. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
Amén
MOTIVACIÓN A LA SALIDA
Llevemos el amor de Dios a nuestras familias.
En el nombre del Señor, pueden ir en paz.
Demos gracias a Dios.
CANTO DE SALIDA