Domingo de Pentecostés
28 de mayo de 2023
CÁNTICO DE DANIEL
Criaturas todas del Señor,
bendecid al Señor;
ángeles del Señor,
bendigan al Señor;
cielos,
bendigan al Señor;
aguas del espacio,
bendigan al Señor;
ejércitos del Señor,
bendigan al Señor.
Sol y luna,
bendigan al Señor;
astros del cielo,
bendigan al Señor;
lluvia y rocío,
bendigan al Señor;
vientos todos,
bendigan al Señor.
Fuego y calor,
bendigan al Señor;
fríos y heladas,
bendigan al Señor;
rocíos y nevadas,
bendigan al Señor;
témpanos y hielos,
bendigan al Señor.
Escarchas y nieves,
bendigan al Señor;
noche y día,
bendigan al Señor;
luz y tinieblas,
bendigan al Señor;
rayos y nubes,
bendigan al Señor;
montes y cumbres,
bendigan al Señor.
Manantiales,
bendigan al Señor;
mares y ríos,
bendigan al Señor;
cetáceos y peces,
bendigan al Señor;
aves del cielo,
bendigan al Señor;
fieras y ganados,
bendigan al Señor.
Bendigamos al Padre y al Hijo
con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
MONICIÓN DE ENTRADA
Hoy celebramos la solemnidad de Pentecostés, el gran regalo que nuestro Señor Jesucristo hace a la humanidad, el don del Espíritu Santo. Como miembros de la Iglesia participemos dignamente de esta celebración Eucarística.
Digamos a una voz la antífona y el canto de entrada.
RITOS INICIALES
ANTÍFONA DE ENTRADA Sb 1, 7
El Espíritu del Señor llena toda la tierra; él da consistencia al universo y sabe todo lo que el hombre dice. Aleluya.
Canto de entrada
En el nombre del Padre,
y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
SALUDO
Que el Espíritu de Jesús resucitado, que hoy desciende abundantemente sobre la Iglesia, los renueve con sus dones y esté siempre con ustedes.
Y con tu espíritu.
ACTO PENITENCIAL
Jesucristo, el justo, intercede por nosotros y nos reconcilia con el Padre. Abramos, pues, nuestro espíritu al arrepentimiento, para acercamos a la mesa del Señor…
Señor, envíanos tu Espíritu para que nos convierta.
Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Cristo, envíanos tu Espíritu para que nos purifique.
Cristo, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, envíanos tu Espíritu para que nos renueve.
Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
Amén
GLORIA
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que por el misterio de la festividad que hoy celebramos santificas a tu Iglesia, extendida por todas las naciones, concede al mundo entero los dones del Espíritu Santo y continúa obrando en el corazón de tus fieles las maravillas que te dignaste realizar en los comienzos de la predicación evangélica.
Amén
Tomen asiento daremos inicio a la:
LITURGIA DE LA PALABRA
MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
San Lucas nos relata la aparición del Espíritu Santo en el contexto de la fiesta judía de Pentecostés, este acontecimiento hace que se fortalezca a Iglesia fundada por Cristo. Escuchemos.
PRIMERA LECTURA
Del libro de los Hechos de los Apóstoles 2,1-11
El día de Pentecostés, todos los discípulos estaban reunidos en un mismo lugar. De repente se oyó un gran ruido que venía del cielo, como cuando sopla un viento fuerte, que resonó por toda la casa donde se encontraban. Entonces aparecieron lenguas de fuego, que se distribuyeron y se posaron sobre ellos; se llenaron todos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en otros idiomas, según el Espíritu los inducía a expresarse.
En esos días había en Jerusalén judíos devotos, venidos de todas partes del mundo. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma.
Atónitos y llenos de admiración, preguntaban: "¿No son galileos todos estos que están hablando? ¿Cómo, pues, los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay medos, partos y elamitas; otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene. Algunos somos visitantes, venidos de Roma, judíos y prosélitos; también hay cretenses y árabes. Y sin embargo, cada quien los oye hablar de las maravillas de Dios en su propia lengua".
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor.
MONICIÓN AL SALMO
Respondamos a la iniciativa del Señor con el salmo 103 guiados por el coro diciendo…
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 103
Envía, Señor, tu Espíritu a renovar la tierra. Aleluya.
Envía, Señor, tu Espíritu a renovar la tierra. Aleluya.
Bendice al Señor, alma mía;
Señor y Dios mío, inmensa es tu grandeza.
Te vistes de belleza y majestad,
la luz te envuelve como un manto.
Envía, Señor, tu Espíritu a renovar la tierra. Aleluya.
¡Qué numerosas son tus obras, Señor,
y todas las hiciste con maestría!
La tierra está llena de tus creaturas.
Bendice al Señor, alma mía.
Envía, Señor, tu Espíritu a renovar la tierra. Aleluya.
Todos los vivientes aguardan
que les des de comer a su tiempo;
les das el alimento y lo recogen,
abres tu mano y se sacian de bienes.
Envía, Señor, tu Espíritu a renovar la tierra. Aleluya.
Si retiras tu aliento,
toda creatura muere y vuelve al polvo.
Pero envías tu espíritu, que da vida,
y renuevas el aspecto de la tierra.
Envía, Señor, tu Espíritu a renovar la tierra. Aleluya.
MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
Escucharemos el ideal de una comunidad, que ha de reflejar la unidad dentro de la diversidad de dones y carismas que el Espíritu Santo entrega a sus miembros. Escuchemos con atención.
SEGUNDA LECTURA
De la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 3-7.12-13
Hermanos: Nadie puede llamar a Jesús "Señor", si no es bajo la acción del Espíritu Santo.
Hay diferentes dones, pero el Espíritu es el mismo. Hay diferentes servicios, pero el Señor es el mismo. Hay diferentes actividades. pero Dios, que hace todo en todos, es el mismo. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.
Porque, así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros y todos ellos, a pesar de ser muchos, forman un solo cuerpo, así también es Cristo. Porque todos nosotros, seamos judíos o no judíos, esclavos o libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo, ya todos se nos ha dado a beber del mismo Espíritu.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor.
SECUENCIA
Este es un himno singular y bellísimo, compuesto en los primeros años de la Iglesia. Es un texto muy hermoso, dirigido con alegría al Espíritu Santo.
Ven, Dios Espíritu Santo,
y envíanos desde el cielo tu luz,
para iluminarnos.
2 - Ven ya, padre de los pobres,
luz que penetra en las almas,
dador de todos los dones.
Fuente de todo consuelo,
amable huésped del alma,
paz en las horas de duelo.
4 - Eres pausa en el trabajo,
brisa, en un clima de fuego,
consuelo, en medio del llanto.
Ven, luz santificadora,
y entra hasta el fondo del alma
de todos los que te adoran.
6 - Sin tu inspiración divina
los hombres nada podemos
y el pecado nos domina.
Lava nuestras inmundicias,
fecunda nuestros desiertos
y cura nuestras heridas.
8 - Doblega nuestra soberbia,
calienta nuestra frialdad,
endereza nuestras sendas.
Concede a aquellos que ponen
en ti su fe y su confianza
tus siete sagrados dones.
Danos virtudes y méritos,
danos una buena muerte
y contigo el gozo eterno.
MONICIÓN AL EVANGELIO
Los discípulos reciben de Jesús el Espíritu Santo y con el la gran misión como Iglesia de predicar la buena nueva en todo tiempo y lugar.
Prestemos toda nuestra devoción y gratitud al escucharlo.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
Aleluya, Aleluya
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Aleluya, Aleluya
EVANGELIO
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Del santo Evangelio según san Juan 20, 19-23
Del santo Evangelio según san Lucas 24, 13-35
Gloria a ti, Señor.
Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Dicho esto, les mostró las manos y el costado.
Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús: "La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo".
Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Reciban el Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar".
El mismo día de la resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo llamado Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén, y comentaban todo lo que había sucedido.
Mientras conversaban y discutían, Jesús se les acercó y comenzó a caminar con ellos; pero los ojos de los dos discípulos estaban velados y no lo reconocieron. Él les preguntó: "¿De qué cosas vienen hablando, tan llenos de tristeza?"
Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¿Eres tú el único forastero que no sabe lo que ha sucedido estos días en Jerusalén?" Él les preguntó: "¿Qué cosa?" Ellos le respondieron: "Lo de Jesús el nazareno, que era un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo. Cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él sería el libertador de Israel, y sin embargo, han pasado ya tres días desde que estas cosas sucedieron. Es cierto que algunas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, no encontraron el cuerpo y llegaron contando que se les habían aparecido unos ángeles, que les dijeron que estaba vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron al sepulcro y hallaron todo como habían dicho las mujeres, pero a él no lo vieron".
Entonces Jesús les dijo: "¡Qué insensatos son ustedes y qué duros de corazón para creer todo lo anunciado por los profetas! ¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciera todo estoy así entrara en su gloria?" Y comenzando por Moisés y siguiendo con todos los profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura que se referían a él.
Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, él hizo como que iba más lejos; pero ellos le insistieron, diciendo: "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer". Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él se les desapareció. Y ellos se decían el uno al otro: "¡Con razón nuestro corazón ardía, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!"
Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: "De veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón". Entonces ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Tomen asiento
HOMILÍA
Pentecostés, fiesta de la comunión de todos los pueblos
Queridos hermanos: “El Espíritu del Señor ha llenado toda la tierra; Él da unidad a todas las cosas y se hace comprender en todas las lenguas”. Así lo afirma toda la Iglesia el día de hoy con las palabras que abren la celebración litúrgica y que son tomadas del libro de la Sabiduría.
Esta antífona de entrada resume perfectamente el sentido de esta gran celebración con la que culmina la Pascua. Es como su corona, puesto que nos lleva a contemplar la obra de Dios realizada por Jesucristo con la presencia permanente del Espíritu. En efecto, mis hermanos, todo comenzó con la acción fecunda del Espíritu en el vientre virginal de María, la madre de Jesús. No podría culminar de otra manera, ya que el Espíritu Santo, según nos lo hace entender san Lucas en su evangelio, acompañó toda la vida y la obra de Jesús.
La Iglesia, mis hermanos, es también obra del Espíritu. Igualmente, todo lo que hace es en bien de los hombres. En esta fiesta celebramos con gran gozo que, como Jesús, nació por obra del Espíritu Santo. Está misteriosamente presente en toda la obra de la salvación; en la vida de Israel, obviamente en la vida de Jesús y está también en el nacimiento de la Iglesia y la sigue sosteniendo. Estamos seguros de que permanece en su misión como su alma. En los comienzos de su existencia ella realizó, como Jesús, junto al anuncio de la Buena Nueva, obras maravillosas: curaciones, devolución de la vida etc., siendo respaldada por la acción poderosa de Dios como apoyo a su autoridad y su organización.
Hace ocho días, queridos hermanos, que celebrábamos la Ascensión del Señor, escuchábamos la promesa que Jesús hacía a sus discípulos acerca del del Don del Espíritu Santo que habría de llenarlos de fortaleza para ser testigos suyos por todo el mundo, comenzando por Jerusalén. Esta promesa la había hecho Jesús en su predicación; especialmente la hizo a sus discípulos, por tres veces, según san Juan, en la noche de su despedida, refiriéndose a Él como Consolador, aunque me parece que la traducción de Parakletós es más bien de Abogado defensor o, como se dice popularmente, Valedor. Él siempre está a nuestro favor, nos justifica, es decir, nos santifica.
En su despedida nos dejó como testamento que iba a estar siempre con nosotros gracias al Espíritu, que nos concede de su parte y de parte del Padre. Y así es, a Él debemos que seamos nuevas creaturas por el Bautismo y los demás sacramentos que nos dan la posibilidad de una vida nueva en Cristo, el primogénito de la creación. Y efectivamente podemos comprobar en nuestra práctica sacramental que esta relación íntima con Él nos hace capaces de escuchar, de entender y de vivir las enseñanzas de Jesús. Esto es muy importante y decisivo porque, en su discurso de despedida, nos dijo que quien lo conoce a Él conoce también al Padre y es esto en donde comienza la vida eterna que nos ganó Cristo y que esperamos alcanzar. Otro tema también que debemos considerar es el de la unidad entre nosotros y de nosotros con El. Lo pidió para nosotros a su Padre. Recordemos que Él es el único camino al Padre. Todo esto lo obtenemos individual, pero mayormente en la comunidad eclesial. Estamos viviendo una etapa que exige la unidad. Aprovechemos el momento como regalo de Dios.
La sagrada Eucaristía, queridos hermanos, es la ocasión, como ninguna otra, para vivir esta experiencia querida por el Señor, pues es ejercicio perfecto de su principal mandamiento que nos dejó: sobre el amor a Dios y a los hermanos. Tratemos de entender esto. Durante la celebración eucarística, especialmente la dominical, oramos unidos unos a otros, como hermanos en Cristo. Y no sólo por nosotros, los presentes, sino por todos los hombres y las mujeres del mundo, vivos y difuntos. Por su naturaleza la Iglesia existe para unir, para incluir, para sumar. No es excluyente. Ahí damos el mejor testimonio evangélico de servicio que es una expresión auténtica del amor fraternal. Y de aquí somos enviados a dar ese testimonio en la vida ordinaria. Ojalá, hermanos, que con la ayuda del Espíritu Santo lo vayamos entendiendo y viviendo cada vez con mayor profundidad. Que Él nos acompañe siempre para que tengamos la fuerza necesaria para vivir, en estos momentos de crisis múltiple, en medio de adversidades y tentaciones de todo tipo, la misión que nos permite ser instrumentos suyos en la salvación de la humanidad, pues de eso depende la nuestra. ¡No tengamos miedo! Trabajemos por salir juntos de esta crisis y salir con ganas de transformarnos en seres humanos renovados por el Espíritu. Que María, nuestra Señora y Maestra, que fue siempre dócil a las mociones del Espíritu, nos acompañe siempre. Amén.
Nos ponemos de pie
Creo en Dios, Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo
su único Hijo Nuestro Señor,
que fue concebido por obra
y gracia del Espíritu Santo.
Nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos y está sentado
a la derecha de Dios Padre, todopoderoso.
Desde allí va a venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la Santa Iglesia católica
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
Amén
¿Creen ustedes en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra?
Sí, creo
¿Creen en Jesucristo, su Hijo único y Señor nuestro, que nació de la Virgen María, padeció y murió por nosotros, resucitó y está sentado a la derecha del Padre?
Sí, creo
¿Creen en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna?
Sí, creo
Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia que nos gloriamos de profesar en Cristo nuestro Señor.
Amén
PLEGARIA UNIVERSAL
Hermanos y hermanas, la comunidad cristiana se constituye en torno a Jesús vivo y presente. El es el centro de todos los creyentes, optamos por el Reino con la fuerza del soplo del Espíritu. Oremos:
Que nos dejemos vivificar por el soplo del Espíritu.
Que nos dejemos vivificar por el soplo del Espíritu.
• Que el soplo del Espíritu sea quien aliente la vida y el gobierno de cada uno de los responsables de la comunidad eclesial; que la autoridad sea servicio gratuito y comprometido en favor de los más desfavorecidos.
Que nos dejemos vivificar por el soplo del Espíritu.
• Que el soplo del Espíritu nos haga conscientes de que la fe nos compromete con la comunidad y con el Reino puesto en marcha por Jesús de Nazaret, que seamos puentes de bien para toda la humanidad.
Que nos dejemos vivificar por el soplo del Espíritu.
• Que el soplo del Espíritu nos despierte por dentro, nos saque de nuestras zonas de confort y nos empuje a las periferias de nuestros pueblos y ciudades, sanando la vida herida y suscitando siempre vida más fraterna.
Que nos dejemos vivificar por el soplo del Espíritu.
Recibe Señor nuestras plegarias y concédenos vivir, guiados por tu Espíritu, conforme a tus mandatos. Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.
ORACION POR LAS VOCACIONES
Oh, Jesús,
Pastor eterno de las almas,
dígnate mirar
con ojos de misericordia
a esta porción de tu grey amada.
Señor, gemimos en la orfandad,
danos vocaciones,
danos sacerdotes y religiosos santos.
Te lo pedimos por la Inmaculada
Virgen María de Guadalupe,
tu dulce y Santa Madre.
Oh Jesús, danos sacerdotes y religiosos
según tu corazón. Amén.
Pueden sentarse, ahora iniciamos la:
LITURGIA EUCARÍSTICA
MONICIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Te ofrecemos Padre el vino y el pan, que por la presencia del Espíritu de Jesús entre nosotros, se convertirán en su cuerpo y sangre, y en el mejor alimento de nuestra esperanza, nuestra fe y nuestra constancia.
CANTO DE OFRENDAS
Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros pan de vida.
Por el misterio de esta agua y este vino, haz que compartamos la divinidad de quien se ha dignado participar de nuestra humanidad.
Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; Él será para nosotros bebida de salvación.
Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios nuestro.
Lava del todo mi delito. Señor, y limpia mi pecado.
De pie
Oren, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Concédenos, Señor, que, conforme a la promesa de tu Hijo, el Espíritu Santo nos haga comprender con más plenitud el misterio de este sacrificio y haz que nos descubra toda su verdad.
Amén
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios
Es justo y necesario
PREFACIO
PREFACIO: El Espíritu de Dios (Pentecostés)
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Porque tú, para llevar a su plenitud el misterio pascual, has enviado hoy al Espíritu Santo sobre aquellos a quienes adoptaste como hijos al injertarlos en Cristo, tu Unigénito.
Este mismo Espíritu fue quien, al nacer la Iglesia, dio a conocer a todos los pueblos el misterio del Dios verdadero y unió la diversidad de las lenguas en la confesión de una misma fe.
Por eso, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:
SANTO
Te bendecimos y te agradecemos, Padre, que en la persona de tu hijo Jesús, lo mejor de nuestro mundo, hayamos podido contemplar con total claridad la acción de tu Espíritu.
Tu Espíritu le llevó al desierto, a orar y a prepararse para la misión, Tu Espíritu le condujo a evangelizar a los pobres, a predicar tu reino, a servir y ayudar a todos, hasta exhalar el espíritu en la cruz.
Él nos comunicó tu Espíritu, a todos sin excepción, nos hizo testigos tuyos, y nos pidió que lo recordáramos repitiendo estos sencillos gestos y palabras...
Te pedimos, Padre, que envíes tu Espíritu sobre estos dones para que los conviertas en el Cuerpo y † la Sangre de Jesucristo nuestro Señor. Jesús nos ofreció esta Comunión cuando se reunió con sus amigos en la Ultima Cena.
Mientras cenaban, tomó un pan, pronunció una oración, y se lo repartió, diciendo...
Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.
Y lo mismo hizo con un cáliz con vino. Dio gracias a su Padre del Cielo, lo alzó en señal de triunfo, y se lo pasó de mano en mano, diciendo…
Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.
Hagan esto en conmemoración mía.
Este es el sacramento de nuestra fe.
Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, Ven Señor Jesús.
Creemos, Padre, que estás volcando cada día sobre nosotros el mismo Espíritu que admiramos en tu hijo Jesús y lo has derramado en el Papa Francisco, en nuestro Obispo Carlos, en todos los Obispos, y presbíteros del mundo entero, en los diáconos, religiosas y religiosos de todas las comunidades y Diócesis, no permitas que sigamos desperdiciando todo ese tesoro.
Que tu santo Espíritu, Señor, nos dé luz, empatía, para comprender a los demás y un amor auténtico, generoso, sin altibajos, universal, como iluminó a María la Madre de Jesús, a San José su esposo, a todos los santos y mártires a lo largo de la historia, para que todos, creyentes y no creyentes, seamos realmente uno.
Queremos vivir en tu Espíritu, vivir en tu amor, para honra y gloria tuya, Padre Dios, y un día participar de la compañía de tus santos y elegidos, en comunión con todos nuestros hermanos difuntos, por quienes también ofrecemos esta oración, por Cristo Señor nuestro.
Amén
Plegaria Eucaristica I: El misterio Pascual
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor; pero más que nunca en este tiempo en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.
Porque él es el verdadero Cordero que quitó el pecado del mundo; muriendo destruyó nuestra muerte, y resucitando restauró la vida.
Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:
SANTO
Padre misericordioso, te pedimos humildemente por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que aceptes y bendigas estos † dones, este sacrificio santo y puro que te ofrecemos, ante todo, por tu Iglesia santa y católica, para que le concedas la paz, la protejas, la congregues en la unidad y la gobiernes en el mundo entero, con tu servidor el Papa Francisco, con nuestro Obispo Carlos, y todos los demás Obispos que, fieles a la verdad, promueven la fe católica y apostólica.
[C1] Acuérdate, Señor, de tus hijos y de todos los aquí reunidos, cuya fe y entrega bien conoces; por ellos y todos los suyos, por el perdón de sus pecados y la salvación que esperan, te ofrecemos, y ellos mismos te ofrecen, este sacrificio de alabanza, a ti, eterno Dios, vivo y verdadero.
[C2] Reunidos en comunión con toda la Iglesia, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor; la de su esposo, San José; la de los santos apóstoles y mártires Pedro y Pablo, Andrés, [Santiago y Juan, Tomás, Santiago y Felipe, Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo; Lino, Cleto, Clemente, Sixto, Cornelio, Cipriano, Lorenzo, Crisógono, Juan y Pablo, Cosme y Damián,] y la de todos los santos; por sus méritos y oraciones concédenos en todo tu protección.
Reunidos en comunión con toda la Iglesia para celebrar de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo según la carne, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor.
[CP] Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa; ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos.
Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa, por aquellos que has hecho renacer del agua y del Espíritu Santo perdonándoles todos sus pecados ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos.
[CC] Bendice y santifica, oh Padre, esta ofrenda haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti, de manera que sea para nosotros Cuerpo y Sangre de tu Hijo amado, Jesucristo, nuestro Señor.
El cual, la víspera de su Pasión, tomó pan en sus santas y venerables manos, y elevando los ojos al cielo, hacia ti, Dios Padre suyo todopoderoso, dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo:
Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.
Del mismo modo, acabada la cena, tomó este cáliz glorioso en sus santas y venerables manos; dando gracias te bendijo, y lo dio a sus discípulos diciendo:
Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.
Hagan esto en conmemoración mía.
Éste es el Misterio de la fe.
Anunciamos tu muerte proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
Por eso, Padre, nosotros, tus siervos, y todo tu pueblo santo, al celebrar este memorial de la muerte gloriosa de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor; de su santa resurrección del lugar de los muertos y de su admirable ascensión a los cielos, te ofrecemos, Dios de gloria y majestad, de los mismos bienes que nos has dado, el sacrificio puro, inmaculado y santo; pan de vida eterna y cáliz de eterna salvación.
Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala, como aceptaste los dones del justo Abel, el sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe, y la oblación pura de tu sumo sacerdote Melquisedec.
Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a tu presencia, hasta el altar del cielo, por manos tu ángel, para que cuantos recibimos el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, al participar aquí de este altar, seamos colmados de gracia y bendición.
Acuérdate también, Señor, de tus hijos que nos han precedido con el signo de la fe y duermen ya el sueño de la paz. A ellos, Señor, y a cuantos descansan en Cristo, concédeles el lugar del consuelo, de la luz y de la paz.
Y a nosotros, pecadores, siervos tuyos, que confiamos en tu infinita misericordia, admítenos en la asamblea de los santos apóstoles y mártires Juan el Bautista, Esteban, Matías y Bernabé, [Ignacio, Alejandro, Marcelino y Pedro, Felicidad y Perpetua, Águeda, Lucía, Inés, Cecilia y Anastasia] y de todos los santos; y acéptanos en su compañía, no por nuestros méritos, sino conforme a tu bondad. Por Cristo, Señor nuestro, por quien sigues creando todos los bienes, los santificas, los llenas de vida, los bendices y los repartes entre nosotros.
Plegaria Eucaristica II
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, Padre santo, siempre y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo amado.
Por él, que es tu Palabra, hiciste todas las cosas; tú nos lo enviaste para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo y nacido de María, la Virgen, fuera nuestro Salvador y Redentor.
Él, en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección, extendió sus brazos en la cruz, y así adquirió para ti un pueblo santo.
Por eso, con los ángeles y los santos, proclamamos tu gloria, cantando sin cesar:
SANTO
Santo eres en verdad, Padre, fuente de toda santidad; por eso te suplicamos, que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu, de manera que sean para nosotros Cuerpo y † Sangre de Jesucristo, Señor nuestro.
Porque Él mismo, la noche en que iba a ser entregado a su Pasión, voluntariamente aceptada, tomó pan, dándote gracias, lo partió y se lo dio, diciendo:
Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, te dio gracias con la plegaria de bendición y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.
Hagan esto en conmemoración mía.
Este es el Sacramento de nuestra fe.
Anunciamos tu muerte proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
[CC] Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el Pan de Vida y el Cáliz de Salvación, y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia.
Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo.
[C1] Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra; y reunida aquí en el domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal; y con el Papa Francisco, con nuestro Obispo Carlos y todos los pastores que cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección por la caridad.
[C2] Acuérdate también, de nuestros hermanos que murieron en la paz de Cristo, y de todos los difuntos, cuya fe sólo tú conociste: que contemplando la luz de tu rostro, estén participando en la gloriosa comunión de los santos. Ten misericordia de todos nosotros, y así, con María, la Virgen Madre de Dios, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas.
Plegaria Eucaristica III
SANTO
[CP] Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus criaturas, ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso.
[CC] Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera que se conviertan en el Cuerpo y † la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que nos mandó celebrar estos misterios.
Porque él mismo, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, te dio gracias con la plegaria de bendición y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.
Hagan esto en conmemoración mía.
Este es el Sacramento de nuestra fe.
Anunciamos tu muerte proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
[CC] Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.
[C1] Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios,
su esposo san José, los apóstoles y los mártires, san Vicente Ferrer, y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.
[C2] Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa Francisco, a nuestro Obispo Carlos, al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti. Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia.
Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo. A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
Plegaria Eucaristica IV
[CC] En verdad es justo darte gracias, y deber nuestro glorificarte, Padre santo, porque tú eres el único Dios vivo y verdadero que existes desde siempre y vives para siempre; luz sobre toda luz. Porque tú solo eres bueno y la fuente de la vida, hiciste todas las cosas para colmarlas de tus bendiciones y alegrar su multitud con la claridad de tu gloria.
Por eso, innumerables ángeles en tu presencia, contemplando la gloria de tu rostro, te sirven siempre y te glorifican sin cesar.
Y con ellos también nosotros, llenos de alegría, y por nuestra voz las demás criaturas, aclamamos tu nombre cantando:
SANTO
[CP] Te alabamos, Padre santo, porque eres grande y porque hiciste todas las cosas con sabiduría y amor. A imagen tuya creaste al hombre y le encomendaste el universo entero, para que, sirviéndote sólo a ti, su Creador, dominara todo lo creado. Y cuando por desobediencia perdió tu amistad, no lo abandonaste al poder de la muerte, sino que, compadecido, tendiste la mano a todos, para que te encuentre el que te busca. Reiteraste, además, tu alianza a los hombres; por los profetas los fuiste llevando con la esperanza de salvación.
Y tanto amaste al mundo, Padre santo, que, al cumplirse la plenitud de los tiempos, nos enviaste como salvador a tu único Hijo. Él se encarnó por obra del Espíritu Santo, nació de María, la Virgen, y así compartió en todo nuestra condición humana menos en el pecado; anunció la salvación a los pobres, la liberación a los oprimidos y a los afligidos el consuelo. Para cumplir tus designios, él mismo se entregó a la muerte, y, resucitando, destruyó la muerte y nos dio nueva vida.
Y a fin de que no vivamos ya para nosotros mismos, sino para él, que por nosotros murió y resucitó, envió, Padre, al Espíritu Santo como primicia para los creyentes, a fin de santificar todas las cosas, llevando a plenitud su obra en el mundo.
[CC] Por eso, Padre, te rogamos que este mismo Espíritu santifique estas ofrendas, para que se conviertan en el Cuerpo y † la Sangre de Jesucristo, nuestro Señor, y así celebremos el gran misterio que nos dejó como alianza eterna.
Porque él mismo, llegada la hora en que había de ser glorificado por ti, Padre santo, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Y, mientras cenaba con sus discípulos, tomó pan, te bendijo, lo partió y se lo dio, diciendo:
Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, te dio gracias con la plegaria de bendición y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.
Hagan esto en conmemoración mía.
Este es el Sacramento de nuestra fe.
Anunciamos tu muerte proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
[CC] Por eso, Padre, al celebrar ahora el memorial de nuestra redención, recordamos la muerte de Cristo y su descenso al lugar de los muertos, proclamamos su resurrección y ascensión a tu derecha; y, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos su Cuerpo y su Sangre, sacrificio agradable a ti y salvación para todo el mundo.
Dirige tu mirada sobre esta Víctima que tú mismo has preparado a tu Iglesia, y concede a cuantos compartimos este pan y este cáliz, que, congregados en un solo cuerpo por el Espíritu Santo, seamos en Cristo víctima viva para alabanza de tu gloria.
[C1] Y ahora, Señor, acuérdate de todos aquellos por quienes te ofrecemos este sacrificio: de tu servidor el Papa Francisco, de nuestro Obispo Carlos, del orden episcopal y de los presbíteros y diáconos, de los oferentes y de los aquí reunidos.
[C2] Acuérdate también de los que murieron en la paz de Cristo y de todos los difuntos, cuya fe sólo tú conociste.
Padre de bondad, que todos tus hijos nos reunamos en tu reino, con María, la Virgen Madre de Dios, con su esposo san José, con los apóstoles y los santos; y allí, junto con toda la creación libre ya del pecado y de la muerte, te glorifiquemos por Cristo, Señor nuestro. por quien concedes al mundo todos los bienes.
Plegaria Eucaristica V/a: Dios guía a su Iglesia
[CC] Te damos gracias, Señor y Padre nuestro, te bendecimos y te glorificamos, porque has creado todas las cosas y nos has llamado a la vida.
Tú nunca nos dejas solos, te manifiestas vivo y presente en medio de nosotros.
Ya en tiempos antiguos guiaste a Israel, tu pueblo, con mano poderosa y brazo extendido, a través de un inmenso desierto.
Hoy acompañas a tu Iglesia peregrina, dándole la fuerza de tu Espíritu.
Por medio de tu Hijo nos abres el camino de la vida, para que, a través de este mundo, lleguemos al gozo perfecto de tu reino.
Por eso, con los ángeles y los santos, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
SANTO
[CP] Te glorificamos, Padre Santo, porque estás siempre con nosotros en el camino de la vida, sobre todo cuando Cristo, tu Hijo, nos congrega para el banquete pascual de su amor.
Como hizo en otro tiempo con los discípulos de Emaús, él nos explica las Escrituras y parte para nosotros el pan.
[CC] Te rogamos, pues, Padre todopoderoso, que envíes tu Espíritu sobre este pan y este vino, de manera que sean para nosotros Cuerpo y † Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro.
Él mismo, la víspera de su Pasión, mientras estaba a la mesa con sus discípulos, tomó pan, te dio gracias, lo partió y se lo dio, diciendo:
Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.
Del mismo modo, tomó el cáliz lleno de vino, te dio gracias con la plegaria de bendición y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.
Hagan esto en conmemoración mía.
Este es el Sacramento de nuestra fe.
Anunciamos tu muerte proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
[CC] Por eso, Padre de bondad, celebramos ahora el memorial de nuestra reconciliación, y proclamamos la obra de tu amor: Cristo, tu Hijo, a través del sufrimiento y de la muerte en Cruz, ha resucitado a la vida nueva y ha sido glorificado a tu derecha.
Dirige tu mirada, Padre santo, sobre esta ofrenda; es Jesucristo que se ofrece con su Cuerpo y con su Sangre y, por este sacrificio, nos abre el camino hacia ti. Señor, Padre de misericordia, derrama sobre nosotros el Espíritu del Amor, el Espíritu de tu Hijo.
Fortalécenos con este mismo Espíritu a todos los que hemos sido invitados a tu mesa, para que todos nosotros, pueblo de Dios, con nuestros pastores, el Papa Francisco, nuestro Obispo Carlos, con los presbíteros y los diáconos, caminemos alegres en la esperanza y firmes en la fe, y comuniquemos al mundo el gozo del Evangelio.
Acuérdate también, Padre, de nuestros hermanos que murieron en la paz de Cristo, y de todos los demás difuntos, cuya fe sólo tú conociste; admítelos a contemplar la luz de tu rostro y llévalos a la plenitud de la vida en la resurrección.
Y, cuando termine nuestra peregrinación por este mundo, recíbenos también a nosotros en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria. En comunión con la Virgen María, Madre de Dios, los apóstoles y los mártires, San Vicente Ferrer y todos los santos, te invocamos, Padre, y te glorificamos, Por Cristo, Señor nuestro.
Plegaria Eucaristica V/b:
Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
Amén.
RITO DE COMUNIÓN
Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros
perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Padre, líbranos de todos los males, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de todo conflicto, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
La paz del Señor esté siempre con ustedes.
Y con tu espíritu.
Dense fraternalmente la paz.
CORDERO
El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, unidos en este cáliz, sean para nosotros alimento de vida eterna.
Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por voluntad del Padre, cooperando el Espíritu Santo,diste con tu muerte la vida al mundo, líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre, de todas mis culpas y de todo mal.
Concédeme cumplir siempre tus mandamientos y jamás permitas que me separe de ti.
Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una Palabra tuya bastará para sanarme.
MOTIVACIÓN A LA ANTÍFONA DE COMUNIÓN
Para compartir el pan con nuestros hermanos acerquémonos a comulgar, pero antes a una voz digamos la Antífona de la Comunión.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Hch 2, 4. 11
Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y proclamaban las maravillas de Dios. Aleluya.
Pueden sentarse
CANTO DE COMUNIÓN
REFLEXIÓN
Con la siguiente oración, demos gracias al Señor por el Espíritu que nos ha dado y que continuamente nos ayuda en nuestra vida.
Hoy te bendecimos, Padre,
porque todos hemos sido bautizados
En Cristo y en un mismo Espíritu
para formar un solo cuerpo,
En el que la diversidad de sus miembros
no rompa la unidad.
Gracias, Señor, por la riqueza
de carisma en tu Iglesia
Mediante las diversas vocaciones
al seguimiento de Cristo:
En la vida apostólica, la teología,
la catequesis, la enseñanza,
La educación de niños y jóvenes,
la atención a los marginados,
La asistencia a los pobres,
enfermos y ancianos abandonados.
En todos ellos se manifiesta tu Espíritu
para el bien común.
¡Oh Espíritu divino, repuebla la faz de la tierra
y renueva entre nosotros los prodigios
de un nuevo Pentecostés!
Amén.
AVISOS PARROQUIALES
El próximo viernes 02 de junio tendremos a las 12 del día la Misa de Unción de Enfermos.Revista desde la fe.
60 familias – 60 bancas – $1,500.00 por banca.
A partir del domingo de Pentecostés, la transmisión de Misas, Rosarios y todo evento, se transmitirá por el canal Parroquial de Youtube.
De pie
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios nuestro, tú que concedes a tu Iglesia dones celestiales consérvale la gracia que le has dado, para que permanezca siempre vivo en ella el don del Espíritu Santo que le infundiste; y que este alimento espiritual nos sirva para alcanzar la salvaci
Amén.
RITO DE CONCLUSIÓN
El Señor esté con ustedes
Y con tu espíritu
BENDICIÓN SOLEMNE
Espíritu Santo Dios, Padre y fuente de toda luz, que iluminó los corazones de los discípulos derramando en ellos el Espíritu Santo, los bendiga y les conceda la abundancia de sus dones.
Amén.
El fuego admirable que apareció sobre los discípulos purifique los corazones de ustedes de todo mal y los ilumine con su luz.
Amén.
El Espíritu, que por la proclamación de una misma fe reunió a los pueblos de diferentes lenguas, los haga perseverar en esa misma fe y llegar, gracias a ella, a la visión que esperan.
Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
Amén
MOTIVACIÓN A LA SALIDA
Abrámonos a la acción del Espíritu y seamos testigos de Cristo en nuestro entorno.
Pueden ir en paz, aleluya, aleluya.
Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.
CANTO DE SALIDA