V Domingo de Pascua
07 de mayo de 2023
CÁNTICO DE DANIEL
Criaturas todas del Señor,
bendecid al Señor;
ángeles del Señor,
bendigan al Señor;
cielos,
bendigan al Señor;
aguas del espacio,
bendigan al Señor;
ejércitos del Señor,
bendigan al Señor.
Sol y luna,
bendigan al Señor;
astros del cielo,
bendigan al Señor;
lluvia y rocío,
bendigan al Señor;
vientos todos,
bendigan al Señor.
Fuego y calor,
bendigan al Señor;
fríos y heladas,
bendigan al Señor;
rocíos y nevadas,
bendigan al Señor;
témpanos y hielos,
bendigan al Señor.
Escarchas y nieves,
bendigan al Señor;
noche y día,
bendigan al Señor;
luz y tinieblas,
bendigan al Señor;
rayos y nubes,
bendigan al Señor;
montes y cumbres,
bendigan al Señor.
Manantiales,
bendigan al Señor;
mares y ríos,
bendigan al Señor;
cetáceos y peces,
bendigan al Señor;
aves del cielo,
bendigan al Señor;
fieras y ganados,
bendigan al Señor.
Bendigamos al Padre y al Hijo
con el Espíritu Santo,
ensalcémoslo con himnos por los siglos.
MONICIÓN DE ENTRADA
Hermanos, bienvenidos a la fiesta de la comunidad. Estamos viviendo el tiempo de la Pascua, de la resurrección y de la vida.
Estamos llamados a revivir nuestra esperanza y a contagiarnos de la alegría que la liturgia nos transmite en este tiempo. El camino de cada día lo tenemos que hacer con el Señor y con los hermanos.
Comencemos nuestra celebración con la antífona y el canto de entrada.
RITOS INICIALES
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 97, 1-2
Canten al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas y todos los pueblos han presenciado su victoria. Aleluya.
Canto de entrada
En el nombre del Padre,
y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
SALUDO
Bendito sea Dios, que en su gran misericordia nos hizo renacer por la Resurrección de Jesucristo, y que su gracia esté siempre con ustedes.
Y con tu espíritu.
ACTO PENITENCIAL
El Señor Jesús, que nos invita a la mesa de la Palabra y de la Eucaristía,
nos llama ahora a la conversión. Reconozcamos, pues, que somos pecadores e invoquemos con esperanza la misericordia de Dios.
(Silencio)
Tú que eres el camino que conduce al Padre:
Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Tú que eres la verdad que ilumina los pueblos:
Cristo, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Tú que eres la vida que renueva el mundo:
Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
Amén
GLORIA
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, lleva a su plenitud en nosotros el sacramento pascual, para que, a quienes te dignaste renovar por el santo bautismo, les hagas posible, con el auxilio de tu protección, abundar en frutos buenos, y alcanzar los gozos de la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén
Tomen asiento daremos inicio a la:
LITURGIA DE LA PALABRA
MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
Estamos viviendo el tiempo de la Iglesia. Nace despacio y con dificultades. Cada uno colabora en su construcción desde el Espíritu que se le ha dado.
Los apóstoles desde la Palabra, los diáconos desde el servicio y todos con la presencia y la oración. Edifiquemos juntos nuestra comunidad.
PRIMERA LECTURA
Del libro de los Hechos de los Apóstoles 6, 1-7
En aquellos días, como aumentaba mucho el número de los discípulos, hubo ciertas quejas de los judíos griegos contra los hebreos, de que no se atendía bien a sus viudas en el servicio de caridad de todos los días.
Los Doce convocaron entonces a la multitud de los discípulos y les dijeron: "No es justo que, dejando el ministerio de la palabra de Dios, nos dediquemos a administrar los bienes. Escojan entre ustedes a siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a los cuales encargaremos este servicio. Nosotros nos dedicaremos a la oración y al servicio de la palabra".
Todos estuvieron de acuerdo y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Pármenas y Nicolás, prosélito de Antioquía. Se los presentaron a los apóstoles y éstos, después de haber orado, les impusieron las manos.
Mientras tanto, la palabra de Dios iba cundiendo. En Jerusalén se multiplicaba grandemente el número de los discípulos. Incluso un grupo numeroso de sacerdotes había aceptado la fe.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor.
MONICIÓN AL SALMO
Cantamos con gozo el salmo donde se nos invita a proclamar la felicidad de quienes han sido elegidos por Dios y en Él confían.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 32
El Señor cuida de aquellos que lo temen. Aleluya.
El Señor cuida de aquellos que lo temen. Aleluya.
Que los justos aclamen al Señor;
es propio de los justos alabado.
Demos gracias a Dios al son del arpa,
que la lira acompañe nuestros cantos.
El Señor cuida de aquellos que lo temen. Aleluya.
Sincera es la palabra del Señor
y todas sus acciones son leales.
Él ama la justicia y el derecho,
la tierra llena está de sus bondades.
El Señor cuida de aquellos que lo temen. Aleluya.
Cuida el Señor de aquellos que lo temen
y en su bondad confían;
los salva de la muerte
y en épocas de hambre les da vida.
El Señor cuida de aquellos que lo temen. Aleluya.
MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
Este pueblo de Dios tiene como misión proclamar las maravillas que Dios hace en medio de nosotros. Pedro nos dice en su carta que somos un reino de sacerdotes y una nación consagrada y que tenemos que edificar sobre la piedra angular que es Cristo. Escuchemos…
SEGUNDA LECTURA
De la primera carta del apóstol san Pedro 2, 4-9
Hermanos; Acérquense al Señor Jesús, la piedra viva, rechazada por los hombres, pero escogida y preciosa a los ojos de Dios; porque ustedes también son piedras vivas, que van entrando en la edificación del templo espiritual, para formar un sacerdocio santo, destinado a ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios, por medio de Jesucristo. Tengan presente que está escrito:
He aquí que pongo en Sión una piedra angular, escogida y preciosa; el que crea en ella no quedará defraudado.
Dichosos, pues, ustedes, los que han creído. En cambio, para aquellos que se negaron a creer, vale lo que dice la Escritura: La piedra que rechazaron los constructores ha llegado a ser la piedra angular, y también tropiezo y roca de escándalo. Tropiezan en ella los que no creen en la palabra, y en esto se cumple un designio de Dios. Ustedes, por el contrario, son estirpe elegida, sacerdocio real, nación consagrada a Dios y pueblo de su propiedad, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable.
Palabra de Dios
Te alabamos, Señor.
MONICIÓN AL EVANGELIO
En esta catequesis de Jesús antes de su Ascensión, Jesús invita a sus discípulos a poner su confianza en Dios.
Hay una casa para nosotros, hay un Padre que nos espera y hay un camino que nos conduce hasta la meta. El camino es Jesús.
Escuchemos la proclamación del evangelio.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 14, 6
Aleluya, Aleluya
Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie va al Padre, si no es por mí, dice el Señor.
Aleluya, Aleluya
EVANGELIO
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Del santo Evangelio según san Juan 14, 1-12
Del santo Evangelio según san Lucas 24, 13-35
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "No pierdan la paz. Si creen en Dios, crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. Si no fuera así, yo se lo habría dicho a ustedes, porque ahora voy a prepararles un lugar. Cuando me haya ido y les haya preparado un lugar, volveré y los llevaré conmigo, para que donde yo esté, estén también ustedes. Y ya saben el camino para llegar al lugar a donde voy".
Entonces Tomás le dijo: "Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?". Jesús le respondió: "Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre si no es por mí. Si ustedes me conocen a mí, conocen también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto".
Le dijo Felipe: "Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta". Jesús le replicó: "Felipe, tanto tiempo hace que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conoces? Quien me ve a mí, ve al Padre. ¿Entonces por qué dices: 'Muéstranos al Padre'? ¿O no crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que yo les digo, no las digo por mi propia cuenta. Es el Padre, que permanece en mí, quien hace las obras. Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Si no me dan fe a mí, créanlo por las obras. Yo les aseguro: el que crea en mí, hará las obras que hago yo y las hará aún mayores, porque yo me voy al Padre".
El mismo día de la resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo llamado Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén, y comentaban todo lo que había sucedido.
Mientras conversaban y discutían, Jesús se les acercó y comenzó a caminar con ellos; pero los ojos de los dos discípulos estaban velados y no lo reconocieron. Él les preguntó: "¿De qué cosas vienen hablando, tan llenos de tristeza?"
Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: "¿Eres tú el único forastero que no sabe lo que ha sucedido estos días en Jerusalén?" Él les preguntó: "¿Qué cosa?" Ellos le respondieron: "Lo de Jesús el nazareno, que era un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo. Cómo los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él sería el libertador de Israel, y sin embargo, han pasado ya tres días desde que estas cosas sucedieron. Es cierto que algunas mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al sepulcro, no encontraron el cuerpo y llegaron contando que se les habían aparecido unos ángeles, que les dijeron que estaba vivo. Algunos de nuestros compañeros fueron al sepulcro y hallaron todo como habían dicho las mujeres, pero a él no lo vieron".
Entonces Jesús les dijo: "¡Qué insensatos son ustedes y qué duros de corazón para creer todo lo anunciado por los profetas! ¿Acaso no era necesario que el Mesías padeciera todo estoy así entrara en su gloria?" Y comenzando por Moisés y siguiendo con todos los profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura que se referían a él.
Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, él hizo como que iba más lejos; pero ellos le insistieron, diciendo: "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a oscurecer". Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaban a la mesa, tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él se les desapareció. Y ellos se decían el uno al otro: "¡Con razón nuestro corazón ardía, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras!"
Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: "De veras ha resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón". Entonces ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Tomen asiento
HOMILÍA
Jesucristo, único intérprete de nuestra historia y camino al Padre
Queridos hermanos, Bendigamos a nuestro Dios y Padre quien por su Hijo nos ha convocado a celebrar una vez, más el misterio de la redención. Nuestras Eucaristías, especialmente las dominicales, son ocasión de un encuentro íntimo con Dios que jamás deja de hablarnos para orientar nuestras vidas hacia Él, que es el término de nuestro paso por este mundo. Sólo con su auxilio podemos superar los avatares de la historia. Pero no olvidemos que, por voluntad de Cristo, unidos a Él, nos encontramos, también, con los hermanos. Es uno de los sentidos que tienen las celebraciones comunitarias de cada domingo: crear comunidad con Dios y con los hermanos,
Y, como siempre, la historia, esta historia, en la que la Providencia divina quiso colocarnos; esta historia está en las manos de Dios, Y es, así, siempre Historia de Salvación. Por eso la entendemos mejor a la luz de su Palabra y así, podemos entrar en su proyecto mediante la obediencia en el amor. Así nos lo hace ver la primera lectura cuando nos narra san Lucas, primer historiador de la Iglesia, que los apóstoles, ante una necesidad muy sentida de predicar la Palabra, decidieron, iluminados por el Espíritu, Santo, elegir a unos hombres de los recién convertidos, para un nuevo ministerio de caridad, mientras ellos se dedicarían a la evangelización. Así, vemos que, desde el principio, la Palabra tuvo la primacía. Por tanto, dejemos que la Palabra, especialmente la de Jesús mismo, nos hable hoy y nos explique la historia presente.
Como creyentes, queridos hermanos, no podemos ver de mejor manera esta crisis, a la que nos ha llevado la pandemia del covir19, más que a la luz de la Palabra que nos hace saber que todo está en las manos de Dios y que, porque nos ama, Él nunca dejará que nada nos dañe fatalmente. Aceptamos, en la fe, que Dios sólo quiere nuestro bien pleno, simplemente, porque nos ama. Por eso no nos damos por derrotados, antes bien, esperamos que, con nuestra cooperación, podremos salir, de cualquier modo, adelante.
Por la fe, creemos que Dios se hace presente en cualquier momento de nuestra historia, individual o comunitaria, y que cuando superamos con su ayuda los momentos más duros, salimos ganando y crecemos en muchos sentidos. Con esta conciencia nos proponemos buscar formas de cooperar con Él para oír mejor su voz, y aceptar en nuestra vida lo que nos quiere decir a través de las circunstancias por las que pasamos. Así es como experimentamos su presencia en nuestra historia. Su presencia siempre misericordiosa.
Este domingo, el Señor Jesús nos habla con una contundencia tal que no hay lugar para equívocos. “Yo soy el camino, a verdad y la vida”. Nos hace tomar conciencia de su identidad. El Padre lo envió para ponernos nuevamente en relación íntima con Él. Nos está diciendo, entonces, que no hay otro camino de acceso a Dios que no sea Él mismo; que nadie puede mostrarnos la verdad del misterio divino −y la vez, la más profunda realidad del hombre− sino Él; y que nadie nos puede garantizar después de nuestro paso por la historia, la vida en plenitud, que no sea Él. De alguna manera responde Jesús a Tomás: Si crees que yo soy la verdad y la vida, puedes estar seguro de encontrar en mí el camino que conduce al Padre, hacia el que voy y en el que estoy.
Hermanos, nosotros creemos y proclamamos que fuera de Él, ¡nada ni nadie nos pueden llevar al verdadero conocimiento del Dios único! Sin Jesucristo no existe posibilidad alguna de una auténtica, profunda y sólida experiencia del misterio inefable de Dios. Por eso, creemos en este momento de crisis múltiple que Dios está con nosotros, cerca de nosotros. Y lo creemos así porque, a lo largo de la Historia personal y universal, hemos ‘visto’ con los ojos de la fe, que cumple siempre lo que promete. Pero primero porque Jesús nos enseñó a confiar plenamente en Dios entregándonos en el amor y la esperanza, porque conocemos cuánto nos ama. Con esta certeza de fe ya no tenemos ninguna clase de miedo. Atrevámonos a confiar en Él totalmente, aún en os momentos más difíciles, Por tanto, hermanos, cooperemos con optimismo y responsabilidad social a superar esta pandemia y a retomar, con nuevo entusiasmo y creatividad, las tareas que tuvimos que abandonar, sin olvidar que Dios nos ha hablado a través de este doloroso evento. Este mundo, nuestro país incluido, no volverá a ser el mismo. Habrá mucho que hacer y mucho que cambiar. Preguntémonos con sinceridad ¿Qué tan dispuestos estamos, como comunidad y como individuos, a cambiar lo que haya que cambiar? ¿En qué aspectos de la vida individual y social urgen cambios? Desde esta amarga experiencia que estamos viviendo, ¿qué nos parece que debemos cambiar? Amén.
Nos ponemos de pie
Creo en Dios, Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo
su único Hijo Nuestro Señor,
que fue concebido por obra
y gracia del Espíritu Santo.
Nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos y está sentado
a la derecha de Dios Padre, todopoderoso.
Desde allí va a venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la Santa Iglesia católica
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
Amén
¿Creen ustedes en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra?
Sí, creo
¿Creen en Jesucristo, su Hijo único y Señor nuestro, que nació de la Virgen María, padeció y murió por nosotros, resucitó y está sentado a la derecha del Padre?
Sí, creo
¿Creen en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados, en la resurrección de los muertos y en la vida eterna?
Sí, creo
Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia que nos gloriamos de profesar en Cristo nuestro Señor.
Amén
PLEGARIA UNIVERSAL
Hermanos y hermanas, desde el inicio Jesús recuerda insistentemente la llamada a permanecer unidos entre nosotros
y unidos a Él. Oremos a una voz:
Que seamos uno en el amor.
Que seamos uno en el Amor
• Creemos en una Iglesia que fomente la unidad de todos los cristianos, que nos ayude a crecer en consciencia de unidad y en corresponsabilidad con la humanidad entera. Oremos.
Que seamos uno en el Amor
• Anhelamos la unidad de todas las iglesias y religiones: que transitemos los caminos comunes que nos unen, buscando el bien de cada ser humano más allá de creencias, razas y diferencia alguna. Oremos.
Que seamos uno en el Amor
• Buscamos proclamar con nuestra vida toda la fuerza, la luz, la alegría y la paz que nos ofrece el seguimiento de Jesús, siendo referentes para nuestros niños y jóvenes. Oremos.
Que seamos uno en el Amor
• Queremos construir un mundo más unido, más humano y humanizador, donde la igualdad, la justicia y la paz sean posibles, donde cada cual se sienta tratado con amor. Oremos.
Que seamos uno en el Amor
• Necesitamos crecer en confianza, tener una mirada iluminadora sobre cada persona que nos permita reconocer la presencia del Resucitado en los que tenemos cerca y también en los de lejos. Oremos.
Que seamos uno en el Amor
Madre-Padre bueno, que escuchemos con urgencia la llamada de tu Hijo a vivir unidos, a sabernos responsables los unos de los otros, a fomentar lo común, lo vinculante, lo fraterno.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
ORACION POR LAS VOCACIONES
Oh, Jesús,
Pastor eterno de las almas,
dígnate mirar
con ojos de misericordia
a esta porción de tu grey amada.
Señor, gemimos en la orfandad,
danos vocaciones,
danos sacerdotes y religiosos santos.
Te lo pedimos por la Inmaculada
Virgen María de Guadalupe,
tu dulce y Santa Madre.
Oh Jesús, danos sacerdotes y religiosos
según tu corazón. Amén.
Pueden sentarse, ahora iniciamos la:
LITURGIA EUCARÍSTICA
MONICIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Con mucha alegría llevemos al altar el Pan y el Vino, fruto de nuestro esfuerzo, y que se convertirán en el Cuerpo y Sangre de Cristo.
CANTO DE OFRENDAS
Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros pan de vida.
Por el misterio de esta agua y este vino, haz que compartamos la divinidad de quien se ha dignado participar de nuestra humanidad.
Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; Él será para nosotros bebida de salvación.
Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios nuestro.
Lava del todo mi delito. Señor, y limpia mi pecado.
De pie
Oren, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Dios nuestro, que por el santo valor de este sacrificio nos hiciste participar de tu misma y gloriosa vida divina, concédenos que, así como hemos conocido tu verdad, de igual manera vivamos de acuerdo con ella. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.
Levantemos el corazón
Lo tenemos levantado hacia el Señor.
Demos gracias al Señor, nuestro Dios
Es justo y necesario
PREFACIO
PREFACIO: Jesús, Hijo del Padre
Gracias, Dios y Padre, porque te has dignado manifestarte y hemos oído tu voz en las palabras de tu hijo amado. Queramos o no, conscientes o no, estás presente en nosotros y nos das la vida. Tú eres la vida que vivimos, el amor que sentimos y el bien que hacemos. Tu Espíritu nos enriquece y nos abre horizontes, ilumina nuestra íntima conciencia y nos mueve a solidarizarnos con los demás.
Gracias por ser nuestra fuente de inspiración. Gracias también, Padre, por tantos testigos y profetas que nos han abierto los ojos y nos han ayudado a descubrir el sentido de nuestro propio bautismo. Gracias por tanta buena gente que nos ha enseñado el camino que lleva a Ti. Sinceramente agradecidos, entonamos en tu honor este himno de alabanza.
SANTO
Te bendecimos, Padre, por tu hijo Jesús, el amado, el predilecto, en quien has puesto tus complacencias de Creador y sobre el que derramaste tu Espíritu en plenitud. Recordamos con emoción cómo Jesús, a través de toda su vida, actuó siempre como hijo tuyo y se identificó plenamente contigo.
Nos dio ejemplo a quienes queremos sentirnos hijos tuyos. Que no se logra con solo invocarte como Padre sino siguiendo en todo el rastro de tu hijo Jesús. Respetó a toda criatura, no pisó, ni tiró al suelo la caña quebrada. Del árbol caído no hizo leña. La llama vacilante no la apagó.
Vino a ayudar a los más débiles y a defenderlos contra las injusticias. Infundió una fuerza nueva a los pobres y oprimidos. Por eso los poderosos se alarmaron y se pusieron en movimiento contra él, para destruirlo. Padre Dios, ante nuestros ojos está el bautismo de tu amado hijo en el Jordán confundido entre pecadores y su bautismo de sangre en la cruz entre ladrones. Recordamos y celebramos su esfuerzo y testimonio.
Por eso te suplicamos Señor que derrames tu Santo Espíritu sobre estos dones de Pan y Vino y así se nos conviertan en el Cuerpo † y la Sangre de tu Hijo Jesús, nuestro Señor.
Porque él mismo, la noche en que iba a ser entregado, y, mientras cenaba con sus discípulos, tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, dando gracias te bendijo, y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.
Hagan esto en conmemoración mía.
Éste es el Misterio de la fe. Cristo nos redimió.
Cada vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz, anunciamos tu muerte. Señor, hasta que vuelvas.
Te suplicamos, Padre de bondad, que nos envíes tu Espíritu, como hiciste con Jesús a orillas del Jordán, para que nos decidamos a seguir sus huellas y merezcamos llamarnos también hijos tuyos. Te pedimos por la comunidad cristiana para que refleje en su vida, acompañados de María la madre de tu Hijo, de San José su esposo, de los apóstoles, santos y mártires, el compromiso de su bautismo y dé testimonio, personal y colectivo, de profesar y seguir el verdadero mensaje de Jesús.
Te pedimos por toda la humanidad, para que, guiados por el Papa Francisco, por nuestro Obispo Carlos, sus Obispos auxiliares, presbíteros y diáconos, unos junto a otros, solidariamente, construyamos, porque es posible, ese mundo justo y equitativo que has soñado.
Te pedimos hoy por nuestros familiares y amigos enfermos y cuantos ocupan un lugar preferente en nuestro corazón. No olvides a quienes la muerte ha separado de nosotros y abre para ellos las puertas del cielo.
A ti, Padre bueno, Padre de Jesús y padre nuestro, nos dirigimos hoy todos los bautizados en Cristo.
Amén
Plegaria Eucaristica I: El misterio Pascual
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación glorificarte siempre, Señor; pero más que nunca en este tiempo en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.
Porque él es el verdadero Cordero que quitó el pecado del mundo; muriendo destruyó nuestra muerte, y resucitando restauró la vida.
Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria:
SANTO
Padre misericordioso, te pedimos humildemente por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que aceptes y bendigas estos † dones, este sacrificio santo y puro que te ofrecemos, ante todo, por tu Iglesia santa y católica, para que le concedas la paz, la protejas, la congregues en la unidad y la gobiernes en el mundo entero, con tu servidor el Papa Francisco, con nuestro Obispo Carlos, y todos los demás Obispos que, fieles a la verdad, promueven la fe católica y apostólica.
[C1] Acuérdate, Señor, de tus hijos y de todos los aquí reunidos, cuya fe y entrega bien conoces; por ellos y todos los suyos, por el perdón de sus pecados y la salvación que esperan, te ofrecemos, y ellos mismos te ofrecen, este sacrificio de alabanza, a ti, eterno Dios, vivo y verdadero.
[C2] Reunidos en comunión con toda la Iglesia, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor; la de su esposo, San José; la de los santos apóstoles y mártires Pedro y Pablo, Andrés, [Santiago y Juan, Tomás, Santiago y Felipe, Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo; Lino, Cleto, Clemente, Sixto, Cornelio, Cipriano, Lorenzo, Crisógono, Juan y Pablo, Cosme y Damián,] y la de todos los santos; por sus méritos y oraciones concédenos en todo tu protección.
Reunidos en comunión con toda la Iglesia para celebrar de la resurrección de nuestro Señor Jesucristo según la carne, veneramos la memoria, ante todo, de la gloriosa siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor.
[CP] Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa; ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos.
Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa, por aquellos que has hecho renacer del agua y del Espíritu Santo perdonándoles todos sus pecados ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos.
[CC] Bendice y santifica, oh Padre, esta ofrenda haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti, de manera que sea para nosotros Cuerpo y Sangre de tu Hijo amado, Jesucristo, nuestro Señor.
El cual, la víspera de su Pasión, tomó pan en sus santas y venerables manos, y elevando los ojos al cielo, hacia ti, Dios Padre suyo todopoderoso, dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo:
Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.
Del mismo modo, acabada la cena, tomó este cáliz glorioso en sus santas y venerables manos; dando gracias te bendijo, y lo dio a sus discípulos diciendo:
Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.
Hagan esto en conmemoración mía.
Éste es el Misterio de la fe.
Anunciamos tu muerte proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
Por eso, Padre, nosotros, tus siervos, y todo tu pueblo santo, al celebrar este memorial de la muerte gloriosa de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor; de su santa resurrección del lugar de los muertos y de su admirable ascensión a los cielos, te ofrecemos, Dios de gloria y majestad, de los mismos bienes que nos has dado, el sacrificio puro, inmaculado y santo; pan de vida eterna y cáliz de eterna salvación.
Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala, como aceptaste los dones del justo Abel, el sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe, y la oblación pura de tu sumo sacerdote Melquisedec.
Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a tu presencia, hasta el altar del cielo, por manos tu ángel, para que cuantos recibimos el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, al participar aquí de este altar, seamos colmados de gracia y bendición.
Acuérdate también, Señor, de tus hijos que nos han precedido con el signo de la fe y duermen ya el sueño de la paz. A ellos, Señor, y a cuantos descansan en Cristo, concédeles el lugar del consuelo, de la luz y de la paz.
Y a nosotros, pecadores, siervos tuyos, que confiamos en tu infinita misericordia, admítenos en la asamblea de los santos apóstoles y mártires Juan el Bautista, Esteban, Matías y Bernabé, [Ignacio, Alejandro, Marcelino y Pedro, Felicidad y Perpetua, Águeda, Lucía, Inés, Cecilia y Anastasia] y de todos los santos; y acéptanos en su compañía, no por nuestros méritos, sino conforme a tu bondad. Por Cristo, Señor nuestro, por quien sigues creando todos los bienes, los santificas, los llenas de vida, los bendices y los repartes entre nosotros.
Plegaria Eucaristica II
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, Padre santo, siempre y en todo lugar, por Jesucristo, tu Hijo amado.
Por él, que es tu Palabra, hiciste todas las cosas; tú nos lo enviaste para que, hecho hombre por obra del Espíritu Santo y nacido de María, la Virgen, fuera nuestro Salvador y Redentor.
Él, en cumplimiento de tu voluntad, para destruir la muerte y manifestar la resurrección, extendió sus brazos en la cruz, y así adquirió para ti un pueblo santo.
Por eso, con los ángeles y los santos, proclamamos tu gloria, cantando sin cesar:
SANTO
Santo eres en verdad, Padre, fuente de toda santidad; por eso te suplicamos, que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu, de manera que sean para nosotros Cuerpo y † Sangre de Jesucristo, Señor nuestro.
Porque Él mismo, la noche en que iba a ser entregado a su Pasión, voluntariamente aceptada, tomó pan, dándote gracias, lo partió y se lo dio, diciendo:
Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, te dio gracias con la plegaria de bendición y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.
Hagan esto en conmemoración mía.
Este es el Sacramento de nuestra fe.
Anunciamos tu muerte proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
[CC] Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la muerte y resurrección de tu Hijo, te ofrecemos el Pan de Vida y el Cáliz de Salvación, y te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia.
Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo.
[C1] Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra; y reunida aquí en el domingo, día en que Cristo ha vencido a la muerte y nos ha hecho partícipes de su vida inmortal; y con el Papa Francisco, con nuestro Obispo Carlos y todos los pastores que cuidan de tu pueblo, llévala a su perfección por la caridad.
[C2] Acuérdate también, de nuestros hermanos que murieron en la paz de Cristo, y de todos los difuntos, cuya fe sólo tú conociste: que contemplando la luz de tu rostro, estén participando en la gloriosa comunión de los santos. Ten misericordia de todos nosotros, y así, con María, la Virgen Madre de Dios, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna y cantar tus alabanzas.
Plegaria Eucaristica III
SANTO
[CP] Santo eres en verdad, Padre, y con razón te alaban todas tus criaturas, ya que por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, con la fuerza del Espíritu Santo, das vida y santificas todo, y congregas a tu pueblo sin cesar, para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha desde donde sale el sol hasta el ocaso.
[CC] Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques por el mismo Espíritu estos dones que hemos separado para ti, de manera que se conviertan en el Cuerpo y † la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que nos mandó celebrar estos misterios.
Porque él mismo, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan, y dando gracias te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, te dio gracias con la plegaria de bendición y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.
Hagan esto en conmemoración mía.
Este es el Sacramento de nuestra fe.
Anunciamos tu muerte proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
[CC] Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable resurrección y ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos, en esta acción de gracias, el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia, y reconoce en ella la Víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.
[C1] Que él nos transforme en ofrenda permanente, para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos: con María, la Virgen Madre de Dios,
su esposo san José, los apóstoles y los mártires, san Vicente Ferrer, y todos los santos, por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.
[C2] Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación traiga la paz y la salvación al mundo entero. Confirma en la fe y en la caridad a tu Iglesia, peregrina en la tierra: a tu servidor, el Papa Francisco, a nuestro Obispo Carlos, al orden episcopal, a los presbíteros y diáconos, y a todo el pueblo redimido por ti. Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia.
Reúne en torno a ti, Padre misericordioso, a todos tus hijos dispersos por el mundo. A nuestros hermanos difuntos y a cuantos murieron en tu amistad recíbelos en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria, por Cristo, Señor nuestro, por quien concedes al mundo todos los bienes.
Plegaria Eucaristica IV
[CC] En verdad es justo darte gracias, y deber nuestro glorificarte, Padre santo, porque tú eres el único Dios vivo y verdadero que existes desde siempre y vives para siempre; luz sobre toda luz. Porque tú solo eres bueno y la fuente de la vida, hiciste todas las cosas para colmarlas de tus bendiciones y alegrar su multitud con la claridad de tu gloria.
Por eso, innumerables ángeles en tu presencia, contemplando la gloria de tu rostro, te sirven siempre y te glorifican sin cesar.
Y con ellos también nosotros, llenos de alegría, y por nuestra voz las demás criaturas, aclamamos tu nombre cantando:
SANTO
[CP] Te alabamos, Padre santo, porque eres grande y porque hiciste todas las cosas con sabiduría y amor. A imagen tuya creaste al hombre y le encomendaste el universo entero, para que, sirviéndote sólo a ti, su Creador, dominara todo lo creado. Y cuando por desobediencia perdió tu amistad, no lo abandonaste al poder de la muerte, sino que, compadecido, tendiste la mano a todos, para que te encuentre el que te busca. Reiteraste, además, tu alianza a los hombres; por los profetas los fuiste llevando con la esperanza de salvación.
Y tanto amaste al mundo, Padre santo, que, al cumplirse la plenitud de los tiempos, nos enviaste como salvador a tu único Hijo. Él se encarnó por obra del Espíritu Santo, nació de María, la Virgen, y así compartió en todo nuestra condición humana menos en el pecado; anunció la salvación a los pobres, la liberación a los oprimidos y a los afligidos el consuelo. Para cumplir tus designios, él mismo se entregó a la muerte, y, resucitando, destruyó la muerte y nos dio nueva vida.
Y a fin de que no vivamos ya para nosotros mismos, sino para él, que por nosotros murió y resucitó, envió, Padre, al Espíritu Santo como primicia para los creyentes, a fin de santificar todas las cosas, llevando a plenitud su obra en el mundo.
[CC] Por eso, Padre, te rogamos que este mismo Espíritu santifique estas ofrendas, para que se conviertan en el Cuerpo y † la Sangre de Jesucristo, nuestro Señor, y así celebremos el gran misterio que nos dejó como alianza eterna.
Porque él mismo, llegada la hora en que había de ser glorificado por ti, Padre santo, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Y, mientras cenaba con sus discípulos, tomó pan, te bendijo, lo partió y se lo dio, diciendo:
Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.
Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, te dio gracias con la plegaria de bendición y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.
Hagan esto en conmemoración mía.
Este es el Sacramento de nuestra fe.
Anunciamos tu muerte proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
[CC] Por eso, Padre, al celebrar ahora el memorial de nuestra redención, recordamos la muerte de Cristo y su descenso al lugar de los muertos, proclamamos su resurrección y ascensión a tu derecha; y, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos su Cuerpo y su Sangre, sacrificio agradable a ti y salvación para todo el mundo.
Dirige tu mirada sobre esta Víctima que tú mismo has preparado a tu Iglesia, y concede a cuantos compartimos este pan y este cáliz, que, congregados en un solo cuerpo por el Espíritu Santo, seamos en Cristo víctima viva para alabanza de tu gloria.
[C1] Y ahora, Señor, acuérdate de todos aquellos por quienes te ofrecemos este sacrificio: de tu servidor el Papa Francisco, de nuestro Obispo Carlos, del orden episcopal y de los presbíteros y diáconos, de los oferentes y de los aquí reunidos.
[C2] Acuérdate también de los que murieron en la paz de Cristo y de todos los difuntos, cuya fe sólo tú conociste.
Padre de bondad, que todos tus hijos nos reunamos en tu reino, con María, la Virgen Madre de Dios, con su esposo san José, con los apóstoles y los santos; y allí, junto con toda la creación libre ya del pecado y de la muerte, te glorifiquemos por Cristo, Señor nuestro. por quien concedes al mundo todos los bienes.
Plegaria Eucaristica V/a: Dios guía a su Iglesia
[CC] Te damos gracias, Señor y Padre nuestro, te bendecimos y te glorificamos, porque has creado todas las cosas y nos has llamado a la vida.
Tú nunca nos dejas solos, te manifiestas vivo y presente en medio de nosotros.
Ya en tiempos antiguos guiaste a Israel, tu pueblo, con mano poderosa y brazo extendido, a través de un inmenso desierto.
Hoy acompañas a tu Iglesia peregrina, dándole la fuerza de tu Espíritu.
Por medio de tu Hijo nos abres el camino de la vida, para que, a través de este mundo, lleguemos al gozo perfecto de tu reino.
Por eso, con los ángeles y los santos, cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
SANTO
[CP] Te glorificamos, Padre Santo, porque estás siempre con nosotros en el camino de la vida, sobre todo cuando Cristo, tu Hijo, nos congrega para el banquete pascual de su amor.
Como hizo en otro tiempo con los discípulos de Emaús, él nos explica las Escrituras y parte para nosotros el pan.
[CC] Te rogamos, pues, Padre todopoderoso, que envíes tu Espíritu sobre este pan y este vino, de manera que sean para nosotros Cuerpo y † Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro.
Él mismo, la víspera de su Pasión, mientras estaba a la mesa con sus discípulos, tomó pan, te dio gracias, lo partió y se lo dio, diciendo:
Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.
Del mismo modo, tomó el cáliz lleno de vino, te dio gracias con la plegaria de bendición y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.
Hagan esto en conmemoración mía.
Este es el Sacramento de nuestra fe.
Anunciamos tu muerte proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!
[CC] Por eso, Padre de bondad, celebramos ahora el memorial de nuestra reconciliación, y proclamamos la obra de tu amor: Cristo, tu Hijo, a través del sufrimiento y de la muerte en Cruz, ha resucitado a la vida nueva y ha sido glorificado a tu derecha.
Dirige tu mirada, Padre santo, sobre esta ofrenda; es Jesucristo que se ofrece con su Cuerpo y con su Sangre y, por este sacrificio, nos abre el camino hacia ti. Señor, Padre de misericordia, derrama sobre nosotros el Espíritu del Amor, el Espíritu de tu Hijo.
Fortalécenos con este mismo Espíritu a todos los que hemos sido invitados a tu mesa, para que todos nosotros, pueblo de Dios, con nuestros pastores, el Papa Francisco, nuestro Obispo Carlos, con los presbíteros y los diáconos, caminemos alegres en la esperanza y firmes en la fe, y comuniquemos al mundo el gozo del Evangelio.
Acuérdate también, Padre, de nuestros hermanos que murieron en la paz de Cristo, y de todos los demás difuntos, cuya fe sólo tú conociste; admítelos a contemplar la luz de tu rostro y llévalos a la plenitud de la vida en la resurrección.
Y, cuando termine nuestra peregrinación por este mundo, recíbenos también a nosotros en tu reino, donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria. En comunión con la Virgen María, Madre de Dios, los apóstoles y los mártires, San Vicente Ferrer y todos los santos, te invocamos, Padre, y te glorificamos, Por Cristo, Señor nuestro.
Plegaria Eucaristica V/b:
Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
Amén.
RITO DE COMUNIÓN
Antes de participar en el banquete de la Eucaristía, signo de reconciliación y vínculo de unión fraterna, oremos juntos como el Señor nos ha enseñado:
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros
perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Padre, líbranos de todos los males, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de todo conflicto, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
La paz del Señor esté siempre con ustedes.
Y con tu espíritu.
Como hijos de Dios, intercambiemos ahora un signo de comunión fraterna.
CORDERO
El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, unidos en este cáliz, sean para nosotros alimento de vida eterna.
Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por voluntad del Padre, cooperando el Espíritu Santo,diste con tu muerte la vida al mundo, líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre, de todas mis culpas y de todo mal.
Concédeme cumplir siempre tus mandamientos y jamás permitas que me separe de ti.
Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una Palabra tuya bastará para sanarme.
MOTIVACIÓN A LA ANTÍFONA DE COMUNIÓN
Para compartir el pan con nuestros hermanos acerquémonos a comulgar, pero antes a una voz digamos la Antífona de la Comunión.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN Jn 15, 1. 5
Yo soy la vid verdadera y ustedes los sarmientos, dice el Señor; si permanecen en mí y yo en ustedes darán fruto abundante. Aleluya.
Pueden sentarse
CANTO DE COMUNIÓN
REFLEXIÓN
Llenos del Espíritu del Señor, después de haber comulgado, digamos gozosos: Tú eres camino, verdad y vida.
Señor de la misericordia,
tú eres el camino, la verdad y la vida.
Te pedimos que guíes nuestros pasos
en este camino de la vida,
para que siempre caminemos
en la verdad y en la luz.
Ayúdanos a ser fieles a tus enseñanzas
y a vivir según tu voluntad.
Danos la fuerza y la sabiduría necesarias
para enfrentar los desafíos de cada día
y para superar las dificultades
que se presentan en nuestro camino.
Te pedimos que nos ayudes
a amar a nuestros hermanos y hermanas
como tú nos has amado,
y que nos des la gracia de perdonar
a aquellos que nos han ofendido.
Gracias por ser nuestro camino,
nuestra verdad y nuestra vida.
Amén
AVISOS PARROQUIALES
Revista desde la fe.
60 familias – 60 bancas – $1,500.00 por banca.
Los invitamos a la velada de Pentecostés para recibir el Espíritu Santo juntos, será la noche del sábado 27 de mayo a las 9 pm, terminando el domingo 28 de mayo a las 6 am.
Concierto por el día de las madres. Sábado 13 de mayo a las 20h. Donativo voluntario.
Misas por el día de las madres, Miércoles 10 de mayo a las 8, 12 y 19 h. Pasar a la oficina para anotar sus intenciones.
De pie
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, muéstrate benigno con tu pueblo, y ya que te dignaste alimentarlo con los misterios celestiales, hazlo pasar de su antigua condición de pecado a una vida nueva. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
RITO DE CONCLUSIÓN
El Señor esté con ustedes
Y con tu espíritu
La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo † y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.
Amén
MOTIVACIÓN A LA SALIDA
Vayamos a vivir como genuinos discípulo de Jesús siendo mas solidarios con las necesidades de nuestros hermanos.
Pueden ir en paz, aleluya, aleluya.
Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.
CANTO DE SALIDA