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II Domingo de Cuaresma

05 de marzo de 2023
II Domingo de Cuaresma
MONICIÓN DE ENTRADA
Muy buen día. Este segundo Domingo de Cuaresma, nos enseña que vivimos un tiempo privilegiado para la transformación, por lo que la meta a la que queremos llegar debe ser con rostros de alegría, amor y servicio. Nos ponemos de pie, por favor, y a una voz, decimos la antífona de entrada.
RITOS INICIALES
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 24, 6. 3. 22
Mi corazón me habla de ti diciendo: "Busca su rostro". Tu faz estoy buscando, Señor; no me escondas tu rostro.
Canto de entrada

En el nombre del Padre,
y del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
SALUDO
Que el Espíritu de Dios nos ayude a responder dócilmente a su llamado penitencial, y que su gracia salvadora esté siempre con todos ustedes.
Y con tu espíritu.
ACTO PENITENCIAL
Para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos humildemente nuestros pecados.
(Silencio)
Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante ustedes, hermanos,
que he pecado mucho
de pensamiento, palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a santa María, siempre Virgen,
a los ángeles, a los santos
y a ustedes, hermanos,
que intercedan por mí ante Dios,
nuestro Señor.
Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
Amén

No se dice gloria
ORACIÓN COLECTA
Señor, Dios, que nos mandaste escuchar a tu Hijo muy amado, dígnate alimentarnos íntimamente con tu palabra, para que, ya purificada nuestra mirada interior, nos alegremos en la contemplación de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén
Tomen asiento daremos inicio a la:
LITURGIA DE LA PALABRA
MONICIÓN A LA PRIMERA LECTURA
Abram fue llamado a ser padre del pueblo de Dios y padre de la fe. El Señor lo hace bendición para todos los pueblos de la tierra. Escuchemos:
PRIMERA LECTURA
Del libro del Génesis 12, 1-4

En aquellos días, dijo el Señor a Abram: "Deja tu país, a tu parentela y la casa de tu padre, para ir a la tierra que yo te mostraré. Haré nacer de ti un gran pueblo y te bendeciré. Engrandeceré tu nombre y tú mismo serás una bendición.

Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan. En ti serán bendecidos todos los pueblos de la tierra". Abram partió, como se lo había ordenado el Señor.

Palabra de Dios

Te alabamos, Señor.

MONICIÓN AL SALMO
Aclamemos, con el salmo 32, junto al coro nuestra confianza en la misericordia de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 32
Señor, ten misericordia de nosotros.
Señor, ten misericordia de nosotros.

Sincera es la palabra del Señor
y todas sus acciones son leales.
Él ama la justicia y el derecho,
la tierra llena está de sus bondades.

Señor, ten misericordia de nosotros.

Cuida el Señor de aquellos que lo temen
y en su bondad confían;
la salva de la muerte
y en épocas de hambre les da vida.

Señor, ten misericordia de nosotros.

En el Señor está nuestra esperanza,
pues Él es nuestra ayuda y nuestro amparo.
Muéstrate bondadoso con nosotros,
puesto que en ti, Señor, hemos confiado.

Señor, ten misericordia de nosotros.

MONICIÓN A LA SEGUNDA LECTURA
En esta segunda carta a Timoteo, San Pablo nos comunica que hemos sido llamados a trabajar por el Evangelio: sin dejarnos desanimar. Escuchemos atentamente:
SEGUNDA LECTURA
De la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo 1, 8-10

Querido hermano: Comparte conmigo los sufrimientos por la predicación del Evangelio, sostenido por la fuerza de Dios. Pues Dios es quien nos ha salvado y nos ha llamado a que le consagremos nuestra vida, no porque lo merecieran nuestras buenas obras, sino porque así lo dispuso él gratuitamente.

Este don, que Dios nos ha concedido por medio de Cristo Jesús desde toda la eternidad, ahora se ha manifestado con la venida del mismo Cristo Jesús, nuestro Salvador, que destruyó la muerte y ha hecho brillar la luz de la vida y de la inmortalidad, por medio del Evangelio.

Palabra de Dios

Te alabamos, Señor.

MONICIÓN AL EVANGELIO
Hemos sido llamados por Dios a una vocación que nos debe llevar a ser iluminados por Jesús. Al transfigurarse Jesús, los apóstoles contemplaron su divinidad. Les invito para que se pongan de pie para que escuchemos con atención la Buena Noticia de hoy.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Mt 17, 5
Honor y gloria a ti, Señor, Jesús
En el esplendor de la nube se oyó la voz del Padre, que decía: "Este es mi Hijo amado; escúchenlo".
Honor y gloria a ti, Señor, Jesús
EVANGELIO
El Señor esté con ustedes.
Y con tu espíritu.

Del santo Evangelio según san Mateo 17, 1-9
Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, el hermano de éste, y los hizo subir a solas con Él a un monte elevado. Ahí se transfiguró en su presencia: su rostro se puso resplandeciente como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve. De pronto aparecieron ante ellos Moisés y Elías, conversando con Jesús. Entonces Pedro le dijo a Jesús: "Señor, ¡qué bueno sería quedarnos aquí! Si quieres, haremos aquí tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías".

Cuando aún estaba hablando, una nube luminosa los cubrió y de ella salió una voz que decía: "Éste es mi Hijo muy amado, en quien tengo puestas mis complacencias; escúchenlo". Al oír esto, los discípulos cayeron rostro en tierra, llenos de un gran temor. Jesús se acercó a ellos, los tocó y les dijo: "Levántense y no teman". Alzando entonces los ojos, ya no vieron a nadie más que a Jesús.

Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: "No le cuenten a nadie lo que han visto, hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos".

Palabra del Señor.

Gloria a ti, Señor Jesús.

Tomen asiento
HOMILÍA
Los miedos en la Iglesia

Probablemente es el miedo lo que más paraliza a los cristianos en el seguimiento fiel a Jesucristo. En la Iglesia actual hay pecado y debilidad, pero hay sobre todo miedo a correr riesgos. Hemos comenzado el tercer milenio sin audacia para renovar creativamente la vivencia de la fe cristiana. No es difícil señalar alguno de estos miedos.

Tenemos miedo a lo nuevo, como si «conservar el pasado» garantizara automáticamente la fidelidad al Evangelio. Es cierto que el Concilio Vaticano II afirmó de manera rotunda que en la Iglesia ha de haber «una constante reforma», pues «como institución humana la necesita permanentemente». Sin embargo, no es menos cierto que lo que mueve en estos momentos a la Iglesia no es tanto un espíritu de renovación cuanto un instinto de conservación.

Tenemos miedo para asumir las tensiones y conflictos que lleva consigo buscar la fidelidad al evangelio. Nos callamos cuando tendríamos que hablar; nos inhibimos cuando deberíamos intervenir. Se prohíbe el debate de cuestiones importantes, para evitar planteamientos que pueden inquietar; preferimos la adhesión rutinaria que no trae problemas ni disgusta a la jerarquía.

Tenemos miedo a la investigación teológica creativa. Miedo a revisar ritos y lenguajes litúrgicos que no favorecen hoy la celebración viva de la fe. Miedo a hablar de los «derechos humanos» dentro de la Iglesia. Miedo a reconocer prácticamente a la mujer un lugar más acorde con el espíritu de Jesús.

Tenemos miedo a anteponer la misericordia por encima de todo, olvidando que la Iglesia no ha recibido el «ministerio del juicio y la condena», sino el «ministerio de la reconciliación». Hay miedo a acoger a los pecadores como lo hacía Jesús. Difícilmente se dirá hoy de la Iglesia que es «amiga de pecadores», como se decía de su Maestro.

Según el relato evangélico, los discípulos caen por tierra «llenos de miedo» al oír una voz que les dice: «Este es mi Hijo amado... escuchadlo». Da miedo escuchar solo a Jesús. Es el mismo Jesús quien se acerca, los toca y les dice: «Levantaos, no tengáis miedo». Solo el contacto vivo con Cristo nos podría liberar de tanto miedo.

Nos ponemos de pie
Credo de los Apostoles
CREDO DE LOS APOSTOLES

Creo en Dios, Padre Todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra.
Creo en Jesucristo
su único Hijo Nuestro Señor,
que fue concebido por obra
y gracia del Espíritu Santo.
Nació de Santa María Virgen,
padeció bajo el poder de Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado,
descendió a los infiernos,
al tercer día resucitó de entre los muertos,
subió a los cielos y está sentado
a la derecha de Dios Padre, todopoderoso.
Desde allí va a venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la Santa Iglesia católica
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
Amén

PLEGARIA UNIVERSAL
ORACION POR LAS VOCACIONES

Oh, Jesús,
Pastor eterno de las almas,
dígnate mirar
con ojos de misericordia
a esta porción de tu grey amada.
Señor, gemimos en la orfandad,
danos vocaciones,
danos sacerdotes y religiosos santos.
Te lo pedimos por la Inmaculada
Virgen María de Guadalupe,
tu dulce y Santa Madre.
Oh Jesús, danos sacerdotes y religiosos
según tu corazón. Amén.

Pueden sentarse, ahora iniciamos la:
LITURGIA EUCARÍSTICA
MONICIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor, te ofrecemos este pan y este vino, que son el fruto de nuestro esfuerzo y que se convertirán en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo Señor nuestro.
CANTO DE OFRENDAS

Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros pan de vida.

Por el misterio de esta agua y este vino, haz que compartamos la divinidad de quien se ha dignado participar de nuestra humanidad.

Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos; Él será para nosotros bebida de salvación.

Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor, Dios nuestro.

Lava del todo mi delito. Señor, y limpia mi pecado.

De pie

Oren, hermanos, para que este sacrificio, mío y de ustedes, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.
El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Te rogamos, Señor, que estos dones borren nuestros pecados y santifiquen el cuerpo y el alma de tus fieles, para celebrar dignamente las fiestas pascuales. Por Jesucristo nuestro Señor.

Amén

El Señor esté con ustedes.

Y con tu espíritu.

Levantemos el corazón

Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios

Es justo y necesario

PREFACIO: Liderazgo de Jesús

A Ti, Señor y Dios nuestro, levantamos nuestro corazón y te dirigimos esta oración. Te damos gracias, Padre santo, porque realmente es bueno y justo bendecirte en todo momento. Tú eres consuelo y compañía de nuestra humanidad, Tú nos das el deseo de vivir y la vida misma.

Nos mueves a amar a todos y hacer el bien. Gracias, Dios Padre, porque eres puro amor, estás en nosotros y te manifiestas al mundo a través de la bondad que somos capaces de trasmitir. Queremos imitarte, ser tu imagen, transparentarte, hacerte visible para que nuestros prójimos te descubran en nuestra vida y crean en Ti.

Uniendo nuestras voces a cuantos te aclaman hoy, te cantamos agradecidos este himno de reconocimiento.

SANTO

Nos hemos reunido alrededor de esta mesa, Padre Dios, para recordar la vida de tu hijo Jesús de Nazaret y testimoniar que nosotros también creemos en él. No podríamos buscar un líder mejor que él, tiene palabras de vida que nos llegan muy adentro, habla con autoridad, trasmite seguridad y podemos poner en él nuestra plena confianza.

Te agradecemos el mensaje luminoso de Jesús, que sumado a su buen hacer, constituye nuestra guía y modelo. Por él sabemos que lo que importa es ser fiel a la propia conciencia.

Jesús ha significado nuestra liberación personal, vivir tu fe en libertad, sentirnos hijos y no siervos, sentirte como Padre y Madre entrañable. Sabemos qué misión nos espera. Nos dejó su testamento.

Consagración del Pan y el Vino

Por eso, Padre, te suplicamos que santifiques, por tu Santo Espíritu, estos dones que hemos separado para ti, de manera que se conviertan en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que nos mandó celebrar estos misterios.

Porque Él mismo, la noche que iba a ser entregado tomó pan, y dándote gracias, te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:

Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes.

Del mismo modo, acabada la cena, tomó el cáliz, y, dándote gracias de nuevo, lo pasó a sus discípulos, diciendo:

Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados.

Hagan esto en conmemoración mía.

Este es el sacramento de nuestra fe.

Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

Hemos recordado, Señor, Dios nuestro, la vida ejemplar y comprometida que llevó tu hijo Jesús y nos proponemos seguirle y conocerle mejor. Queremos ser su familia, sus discípulos y amigos. Queremos escuchar su mensaje completo, sin recortes, y aprender de él a amar y servir a los demás. Así lo entendieron la virgen María madre de tu hijo, su esposo San José al igual que todos los santos y mártires a lo largo y ancho de la historia.

Necesitamos su motivación, su fuerza, toda la fuerza de tu Espíritu, porque queremos seguir sus pasos y somos débiles, inconstantes. Nos solidarizamos con cuantos sufren dolor, hambre e injusticias. Pero Jesús nos pide que hagamos más, mucho más por el bien de todos ellos.

Danos a todos tus hijos, comenzando por el Papa Francisco, a nuestro Obispo Carlos y a todos los Obispos del mundo entero, presbíteros y diáconos, creyentes y no creyentes, la conciencia y el valor necesarios para seguir adelante sin desmayo en la construcción de un mundo más humano y feliz.

Nos alegramos, Señor, de no estar solos en esta lucha, de que exista ya tanta gente de buen corazón que dedican su vida a sanar heridas y a defender, cueste lo que cueste, la justicia. Recordamos ahora a quienes llevamos cada uno en nuestro corazón y que ya partieron de este mundo, admítelos a contemplar la luz de tu rostro, agradeciéndote cuanto haces por ellos.

En nombre de Jesús, tu hijo, nuestro líder, brindamos en tu honor como queremos hacer con toda la humanidad.

Amén

Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.
Amén.
RITO DE COMUNIÓN

Antes de participar en el banquete de la Eucaristía, signo de reconciliación y vínculo de unión fraterna, oremos juntos como el Señor nos ha enseñado:

Padre Nuestro
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros
perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.

Padre, líbranos de todos los males, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de todo conflicto, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo.
Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: "La paz les dejo, mi paz les doy", no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
La paz del Señor esté siempre con ustedes.
Y con tu espíritu.
Como hijos de Dios, intercambiemos ahora un signo de comunión fraterna.
CORDERO

El Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, unidos en este cáliz, sean para nosotros alimento de vida eterna.

Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por voluntad del Padre, cooperando el Espíritu Santo,diste con tu muerte la vida al mundo, líbrame, por la recepción de tu Cuerpo y de tu Sangre, de todas mis culpas y de todo mal.

Concédeme cumplir siempre tus mandamientos y jamás permitas que me separe de ti.

Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una Palabra tuya bastará para sanarme.
MOTIVACIÓN A LA ANTÍFONA DE COMUNIÓN

Antes de recibir a Jesús Eucaristía, digamos juntos la Antífona de la Comunión.

ANTÍFONA DE COMUNIÓN Mt 17, 5

Éste es mi hijo amado, en quien me complazco; escúchenlo.

Pueden sentarse
CANTO DE COMUNIÓN


 


 


 


 


 

REFLEXIÓN

Unamos nuestras voces en esta alabanza:

Dios de nuestros padres,
te bendecimos agradecidos
porque el mensaje de la transfiguración
de Jesús, tu Hijo,
anticipa su gloria luminosa
de pascua de resurrección.
Tal esperanza alienta nuestra vida errante,
especialmente cuando ésta presenta
el lado hiriente de la cruz con Cristo,
cuando nos cercan la oscuridad
y la duda, el temor y la fatiga.

Entonces Jesús,
como a los apóstoles en el Tabor, nos dice:
Levántense, no teman;
yo estoy con ustedes en el camino,
y en la raya del horizonte
despierta ya la aurora pascual.
Haz, Señor, que cumplamos
la condición de la fe que nos pides
escuchando a Jesús
y siguiendo sus huellas con alegría.

Amén.

Avisos Parroquiales
AVISOS PARROQUIALES
  • Revista desde la fe
  • Estamos en la recta final para participar con el grupo Mi100, en la Misión de este año.
  • Campaña: 60 días - 60 familias - 60 bancas para la Pascua.
  • Retiro Escoge
  • Renovación carismática
  • De pie
    ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

    Te damos gracias, Señor, porque al darnos en este sacramento el Cuerpo glorioso de tu Hijo, nos permites participar ya, desde este mundo, de los bienes eternos de tu Reino.

    Amén.

    RITO DE CONCLUSIÓN

    El Señor esté con ustedes

    Y con tu espíritu

    BENDICIÓN SOLEMNE

    Dios, Padre misericordioso les conceda a todos ustedes, como al hijo pródigo, el gozo de volver a la casa paterna.

    Amén.

    Cristo, modelo de oración y de vida, los guíe a la auténtica conversión del corazón, a través del camino de la Cuaresma.

    Amén.

    El Espíritu de sabiduría y de fortaleza los sostenga en la lucha contra el maligno, para que puedan celebrar con Cristo la victoria pascual.

    Amén.

    Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes.

    Amén

    MOTIVACIÓN A LA SALIDA

    No olvidemos que el Señor nos invita a transfigurarnos en imagen viva de su Hijo.

    Podemos ir en paz.

    Demos gracias a Dios.

    CANTO DE SALIDA

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